No tuvimos que madrugar en exceso ya que nuestra salida de Riga estaba prevista a las 09:30h. Esperamos en la estaciĆ³n de autobuses el bus que nos llevarĆa a nuestro siguiente destino: Siauliai en la vecina Lituania.
El vehĆculo era algo diferente que el que nos llevĆ³ de Tallin a Riga, un poco menos cĆ³modo pero la impresiĆ³n seguĆa siendo buena con respecto a la compaƱĆa Eurolines. Nos esperaba un recorrido anodino de unas dos horas y media de duraciĆ³n. El paisaje no variaba mucho del que vimos en nuestro anterior trayecto.
El porquĆ© de esta parada habĆa nacido de nuestra consulta en los blogs de viajes que habĆamos ojeado con respecto a los paĆses bĆ”lticos. En casi todos ellos se hacĆa menciĆ³n de un lugar peculiar a la vez que sobrecogedor y desde luego Ćŗnico.
QuerĆamos visitar... "La Colina de las Cruces"
Llegamos a Siauliai sobre las 12:30 del mediodĆa y siguiendo las instrucciones de nuestra preciada responsable de la Oficina de Turismo de Siauliai, nos dirigimos a la parada de Taxis. Nos habĆamos mandado varios emails con ella, muy amablemente nos explicĆ³ la forma de llegar a la "Colina de las Cruces" y nos recomendĆ³ la de ir en un taxi, ya que el autobĆŗs que pasaba por allĆ nos dejarĆa lejos y ademĆ”s no tenĆa una circulaciĆ³n fluida por lo que a la vuelta tendrĆamos que esperar bastante tiempo.
El precio del trayecto en taxi, nos indicĆ³ nuestra estimable funcionaria no debĆa ser mĆ”s de 20ā¬ con una hora de parada en la Colina. Con esta informaciĆ³n, nos dirigimos al primer conductor de la fila de la parada de taxis, le preguntamos el coste del trayecto con el lenguaje de seƱas y con libreta en mano. Primero nos apuntĆ³ en la libreta 25ā¬ pero al tacharle el 5 y poner un 0 y decirle... "In Tourist Office...", accediĆ³ a realizar el servicio. Tomamos la precauciĆ³n de fotografiar la matricula y la acreditaciĆ³n del taxista, no en vano, Ćbamos a dejar nuestras pertenencias en su vehĆculo mientras recorrĆamos el lugar. La verdad es que el conductor se comportĆ³ de manera impecable.
Tardamos en llegar unos 20 mn y el amable taxista nos dejĆ³ casi a pie de donde empezaba el recorrido y donde estaban clavadas las primeras cruces. Nos indicĆ³ ademĆ”s en que lugar nos recogerĆa despuĆ©s de la visita.
Todo empezĆ³ durante la Edad Media, aparecieron de la nada, como por arte de magia, cruces de madera y hierro para recordar a los muertos en la batalla contra los Teutones que invadieron Lituania. Mucho tiempo despuĆ©s, cuando Rusia anexionĆ³ a sus dominios los paĆses bĆ”lticos en el Siglo XIX, se repitiĆ³ nuevamente y varias cruces fueron clavadas en aquel lugar solitario. La colina de las cruces se convirtiĆ³ entonces en una silenciosa protesta contra la opresiĆ³n rusa y ademĆ”s en una leyenda.
Pero las desdichas de este pueblo no quedĆ³ ahĆ, en la II Guerra Mundial otra vez la URSS ocupa Lituania e intenta que el paĆs se haga aconfesional como el resto de RepĆŗblicas. En un paĆs donde la religiĆ³n es casi inherente a su forma de vida, con creencias catĆ³licas muy fĆ©rreas, de nuevo, como protesta silenciosa, cientos de cruces aparecĆan cada noche clavadas en la hierba de la colina.
Los soviĆ©ticos las retiraban de inmediato, pero a pesar de que lo consideraron una afrenta con persecuciĆ³n de los responsables, cada noche aparecĆan mĆ”s y mĆ”s cruces. Para que no ocurriera de nuevo, intentaron evitarlo quemando la Colina en mĆ”s de una ocasiĆ³n, convirtiĆ©ndola en un vertedero de basuras y se prohibiĆ³ el paso e incluso propagaron la noticia falsa de que allĆ se contagiaba la rabia.
No sirviĆ³ de nada, en cuanto los lugareƱos podĆan, volvĆan a plagar de cruces todo el lugar. Llegaron a poner cientos de miles de cruces e incluso cuando Lituania consiguiĆ³ la independencia en 1991, el lugar convertido incluso en peregrinaje de creyentes lituanos, incrementĆ³ aĆŗn mĆ”s el nĆŗmero de cruces en la Colina.
A nosotros nos pareciĆ³ un sitio sobrecogedor y por momentos angustioso, la imaginaciĆ³n juega malas pasadas y la presencia de estos sĆmbolos junto a un silencio absoluto en seƱal de respeto, hace que el caminar entre tal cantidad de cruces, la amargura se haga dueƱa de nuestros sentimientos.
De pura casualidad entre todas las cruces, vimos una gorra con la bandera espaƱola. Nos acercamos, tocamos su cruz y de alguna manera mandamos nuestras condolencias por el que creĆmos un compatriota fallecido en aquella tierra.
QuizĆ”s ese gesto, nos sirviĆ³ para aumentar mĆ”s si cabe el impactante lugar en el que nos encontrĆ”bamos. Seguimos nuestro camino entre las cruces, impresionĆ”ndonos algunas por su tamaƱo hasta que llegamos a una pequeƱa ermita desde donde el mismo Papa Wojtyla oficiĆ³ una Misa.
Nos alejamos pausadamente de la colina, hasta llegar a la capilla. Sencilla, luminosa y con un gran ventanal justo detrĆ”s del altar que como si de un retablo natural se tratara, se distinguĆa uno de los sĆmbolos religiosos mĆ”s impresionantes que hemos conocido.
HabĆa pasado casi la hora que tenĆamos antes de volver al taxi que nos llevarĆa de vuelta a Siauliai, emprendimos la vuelta, rodeando el sendero que habĆamos cogido anteriormente, hasta llegar al camino de tierra donde estaba aparcado nuestro taxi.
Una visita que bien vale la pena y que recomendamos a todos los viajeros que vayan a visitar los PaĆses BĆ”lticos. Un gasto y un tiempo extra del que no se arrepentirĆ”n en absoluto Ā”Experiencia increĆble!
Nos dio tiempo de comer unos bocadillos en un centro comercial junto a la estaciĆ³n de autobuses, donde ademĆ”s cambiamos algo de dinero para nuestra prĆ³xima estancia en Vilnius, capital de Lituania. Nuestro autobĆŗs saliĆ³ a las 15:05, no era ni mucho menos como los anteriores de la compaƱĆa Eurolines. Sin aire acondicionado, asientos mĆ”s incomodos y sin internet, pero como iba casi vacio fue un trayecto cĆ³modo. Pero en fin, no habĆa donde elegir y pacientemente aguantamos las tres horas y media de viaje. Eran 200 KilĆ³metros de trayecto pero el bus paraba en todos los pueblos que habĆa en el recorrido.
Llegamos derrotados a Vilnius, cogimos un taxi para ir al hotel Artis con magnificas vistas, una habitaciĆ³n estupenda aunque de aspecto algo desfasado de moda, pero con cierto encanto. El precio 85ā¬ la noche con desayuno. Una ducha, cambio de ropa y unos minutos recostados en la cama era lo que necesitĆ”bamos para empezar a pasear por Vilnius.
Llegamos derrotados a Vilnius, cogimos un taxi para ir al hotel Artis con magnificas vistas, una habitaciĆ³n estupenda aunque de aspecto algo desfasado de moda, pero con cierto encanto. El precio 85ā¬ la noche con desayuno.
Vilnius posee un impresionante conjunto de edificios gĆ³ticos, renacentistas, barrocos y neoclĆ”sicos. Un conservado trazado medieval y un paisaje natural circundante que ha cuidado a lo largo de su historia. Por todo ello, la ciudad fue proclamada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1994. Comenzamos nuestro paseo en direcciĆ³n al centro histĆ³rico. Nuestro hotel se encontraba en la llamada zona noble, es decir, edificios de embajadas e incluso el Palacio Presidencial por el que pasamos a apenas 200 metros del hotel.
Llegamos a la Plaza de la Catedral, donde pudimos contemplar el magnĆfico conjunto formado por la Catedral con Torre de Campanario separado, la Universidad y la estatua del fundador de la ciudad, el rey Gediminas. Pero de esta plaza hablaremos en el siguiente artĆculo.
Cerca de allĆ, en la calle Gediminas disfrutamos de una agradable cena al aire libre en un restaurante griego donde componĆan unas ensaladas increĆbles. Ya cuando la noche se presentĆ³ casi sin darnos cuenta, recorrimos las principales calles de esta ciudad, hasta llegar a la Plaza del Ayuntamiento.
Y ya era hora de descansar, al dĆa siguiente nos tocaba una buena excursiĆ³n para ver uno de los parajes mĆ”s bellos de Europa y por supuesto la grandiosidad del centro histĆ³rico de Vilnius.