Empezaba nuestro día sonando el despertador a las 4 de la mañana, habíamos reservado un taxi a las 4h 30m a través de la App Mytaxi y nos costó únicamente 15 euros hasta la terminal 1 de Barajas, ya que aprovechamos la oferta por descargar la APP. Nuestro vuelo salía a las 6,25h y contábamos con la amenaza de huelga del personal de tierra de Ryanair. Como no teníamos que facturar estábamos tranquilos y pensamos que no sería un vuelo en el que tuvieran que meter muchas maletas en la bodega del avión. Salimos con 30 minutos de retraso y llegamos a Malta con unos 15 minutos únicamente. A las 9,30h estábamos fuera con nuestras maletas y contentos por la poca demora.
Para llegar a Sliema nos decidimos por un taxi, se paga en el mismo aeropuerto y nos costó 20 euros, porque el bus X2 que nos dejaba al lado del hotel tarda más de 1h 30mi en hacer el recorrido y el día lo íbamos a dedicar a visitar la Valetta y la Concatedral tiene unos horarios “rarillos” que luego os contaremos y los domingos la cierran.
Así pues, con 20 euros menos y 15 minutos de taxi a las 10 estábamos en la recepción del Sliema Marina Hotel haciendo el check in. El hotel nos gustó, es sencillo pero extraordinariamente bien situado y unas vistas desde nuestra habitación espectaculares; además todas y cada una de las recepcionistas del hotel eran chicas jovencísimas españolas y muy agradables lo que nos facilitó la vida mucho. La zona estaba llena de restaurantes con lo que la tarea cena estaba resuelta. Como la habitación no estaba lista, dejamos las maletas y nos pusimos en marcha, no sin antes preguntar dónde comprábamos el bono del bus y el precio. Nos sorprendió la respuesta de la recepcionista cuando nos dijo: un billete individual válido por dos horas 1 euro; billete para todo el día 1,50 euros; billete para 7 días 6,50 euros y los nocturnos siempre se pagan aparte. Nuestras referencias eran de precios más altos.
Nos fuimos a buscar la parada del bus 12,13, 15 o 21 que nos llevaban a la Valeta y compramos el abono del bus para 7 días, nos salía más barato que comprar por días, por 6,50 euros cada uno. Mientras esperábamos el bus nos dejó encantados las vistas de la Valeta desde Sliema, sencillamente preciosas y los atardeceres inolvidables, aunque esto toca en otro momento. Aquí os dejamos un mapa de las penínsulas que forman el Grand Harbour y que nos vino muy bien para orientarnos en la configuración de la zona: Sliema, Valeta y las Tres Ciudades.
Cogimos el bus 12 y nos fuimos a La Valeta. El recorrido bordeando la costa es muy bonito , el bus pasó por Floriana y llegamos en unos 20 minutos a la Fuente del Tritón que es la Plaza de la Puerta de entrada de la ciudad. Esta plaza también sirve como terminal central de autobuses de la isla. La fuente fue esculpida por el artista local Vincent Apap en 1959.
Y antes de continuar con nuestro relato, un poco de historia. La Humilissima Civitas Vallettae, conocida mundialmente como la Valeta es la capital del archipiélago maltés y se localiza en una península en la parte centro-oriental de Malta, entre dos puertos naturales y tiene una población de poco más de 7.000 personas. Su superficie es de medio kilómetro cuadrado, siendo la capital de estado más pequeña de la Unión Europea. La Valeta lleva el nombre del gran maestre francés Jean Parisot de la Valette que encabezó la defensa de Malta desde la invasión otomana en 1565. Toda la ciudad de La Valeta ha sido declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en el año 1980. Hoy en día, La Valeta acoge el Parlamento Nacional, el Palacio de Justicia, muchos ministerios y departamentos gubernamentales, oficinas administrativas, museos y un montón de oportunidades de compras. Las calles tienen una forma de rejilla, por lo que es difícil perderse mientras caminas por este museo al aire libre.
La Valeta cuenta con muchos edificios del siglo XVI, la arquitectura barroca en su mayoría, que fueron construidos por los Caballeros de San Juan. Entre ellos se encuentra la majestuosa Concatedral de San Juan, varios “auberges” que acogieron a los Caballeros en sus tiempos, los bastiones que rodean la ciudad, y varios jardines. De hecho, se podría decir que La Valeta es en realidad un monumento donado por los Caballeros.
El acceso por la City gate es imponente, con los fosos que rodean la zona , los edificios anexos, modernos pero integrados totalmente en la zona y la visión de la larga y monumental calle Triq ir Repubblika.
Estábamos más que encantados con esta primera impresión del país y en concreto de las dos ciudades, Sleima y la Valeta, aunque como siempre lo mejor estaba por llegar. Seguimos más rápido porque queríamos visitar la Concatedral de San Juan, los sábados cierra a las 12,30h, sede durante siglos de las órdenes militares. La fachada exterior es muy sencilla y austera del siglo XVI y tiene el carácter de una fortaleza que refleja la sobriedad de la Orden después del Gran Asedio. Contrasta con el imponente barroco del interior, donde el esplendor y riqueza de la Orden se manifiesta en multitud de obras de arte.
Pagamos nuestros 6 euros, tras esperar en una mini cola, nos dieron nuestra audio-guía y accedimos al interior, la primera impresión que recibimos con su decoración barroca (no nos gusta demasiado el barroco), los suelos de mármoles y su colección de pintura (sin haber visto todavía los Caravaggio) es que este era un lugar maravilloso. Sin lugar a dudas es una de las visitas imprescindibles de Malta.
Encargada en 1572 por el Gran Maestre Jean de la Cassière como la iglesia conventual de la Orden de los Caballeros Hospitalarios de San Juan y diseñada por un arquitecto militar maltés, el célebre Gerolamo Cassar, la Concatedral de San Juan es un monumento único de importancia internacional. La iglesia está dedicada a San Juan Bautista, el santo patrono de la Orden.
La nave es de 53 metros de longitud y 15 metros de ancho, con capillas laterales a cada lado. Como los albores del siglo XVII marcó el comienzo del nuevo estilo barroco, el Gran Maestro Cotoner ordenó la redecoración del interior de la Iglesia. Los caballeros estaban ansiosos por competir con las grandes iglesias de Roma. Ellos donaron regalos de gran valor artístico e hicieron enormes contribuciones para enriquecerla con las mejores obras de arte de artistas de primera línea. El artista calabrés Mattia Preti , quien se encargó de la obra, transformó el interior en una celebración del arte barroco. Es el contraste entre la fachada sencilla y sobria del edificio con el ambiente festivo del interior hace de San Juan un monumento único.
En el 12 de julio 1798, los Caballeros cedieron las islas a General Napoleón Bonaparte y, al hacerlo, dejaron su iglesia conventual. Fue en este momento en el que la iglesia se convirtió en una Concatedral. El francés capituló en 1800 y el gobernador británico pronto se hizo cargo de la isla. Los mismos privilegios que disfrutan los Caballeros gobernantes estaban reservados para el gobernador británico y, uno de estos privilegios, fue la iglesia de San Juan. En el siglo XIX, la capilla de los franceses fue el principal objetivo de Nazarener, un movimiento fanático que aspiraba a reformar el arte cristiano y borrar el recuerdo del barroco anterior.
En 1941, durante la Segunda Guerra Mundial, la Concatedral de San Juan sufrió graves daños como consecuencia de un ataque de bombardeos sobre la Valetta. Hoy en día, San Juan también es sede de eventos culturales y es una de las atracciones culturales más populares visitadas por los turistas en Malta. Es administrada por la Fundación de San Juan Concatedral, que fue creada en 2001 para garantizar la conservación del museo de la iglesia. La cripta no la pudimos visitar por estar de reformas, pero sí su museo catedralicio que contiene dos de de los más impresionantes y famosas obras de Caravaggio , La Decapitación de San Juan Bautista y el San Jeromé. No se podían hacer fotografías, estas imágenes están extraídas de la página de la Concatedral.
Su horario es de Lunes a Viernes de 9,30 a 16,30, sábados de 9,30 a 12,30 y cierra los domingos y los festivos. El precio es de 6€ y tienes derecho a la audio-guía en castellano. En su web podéis encontrar toda la información: http://www.stjohnscocathedral.com/
Tras la visita decidimos que era la hora de comer. No anduvimos mucho y en un restaurante con terraza, el Café & Wine, al ladito de la catedral cominos. Ensaladas maltesas, Cisk, agua gas, postre y café por unos 23 euros.
Repuestos seguimos nuestro paseo y nos paramos en el café Cordina, uno de los más antiguos de la isla; tiene unos impresionantes frescos en la bóveda del pintor maltés Giuseppe Cali.
Justo enfrente y casi oculta por árboles y otros tantos cafés esta la Biblioteca Nacional. Se puede visitar y es gratuita, nosotros llegamos tarde y solo pudimos disfrutar del edifico exterior que es muy bonito. Este edificio fue el último construido por encargo de la Orden de los Caballeros antes de su expulsión de la isla por las tropas napoleónicas en 1798. Contiene, entre otros, el archivo de la Orden de los Caballeros de Malta de 1113 a 1798. El horario es de lunes a viernes de 8,15 a 17,45 y sábados de 8,15 a 13,15
Un poco más adelante nos encontramos con otra plaza con algún evento relacionado con la Capital de la cultura 2018 y algún festival de las flores. Por las fotografías veis que esta ciudad estás cargada de cuestas y escaleras, pero si se planifica bien se minimizan los esfuerzos.
Desde aquí volvimos hacia la catedral por la calle Merkanti para coger un trenecillo, que por 5 €, daba toda la vuelta a la península de la Valeta. Eran las tres de la tarde y un descanso nos venía bien. El paseo, de casi una hora, nos encantó. La vista de la ciudad desde la ronda exterior es preciosa.
Nuestra siguiente parada fue en el Museo Nacional de Arqueología, está alojado en el Auberge de Provence, en la calle República. El edificio fue construido en 1571 con el proyecto del arquitecto local Gilormu Cassar.
El Auberge de Provence era la casa de los Caballeros de la Orden de San Juan procedente de Provenza, Francia y muestra hermosos elementos arquitectónicos. De particular interés es el Gran Salón, con sus paredes ricamente pintadas y el techo de vigas de madera. El Museo tiene una espectacular colección de artefactos que datan del Neolítico de Malta (5000 a.C.) hasta la época fenicia (400 a.C.). Destacan la 'Dama durmiente' del Hipogeo de Hal Saflieni, la "Venus de Malta" de Hagar Qim, puñales de bronce recuperados de las capas de la Edad del Bronce en Tarxien templos, y el colgante de Horus y Anubis y el sarcófago antropomorfo, ambos pertenecientes al periodo fenicio.
Aquí vimos las fotografías de los cart ruts, los surcos en la tierra de los que se desconoce su origen y su función. El Museo ofrece una buena introducción a la prehistoria y protohistoria de la isla de Malta y actúa como un catalizador para los otros sitios arqueológicos en Malta.
Una visita imprescindible si se piensa visitar los yacimientos arqueológicos, como era nuestro caso.La entrada fue de 5 euros y el horario es de lunes a domingo de 9 a 18h, en enero y febrero hasta las 17. Cuando salimos, sobre las 5 de la tarde, nos encontramos con el desfile del orgullo gay. Estaba muy animado pero era tan pequeño y recogido como la ciudad misma. Nos tomamos un helado y un café para descansar un poco; pensábamos ir al Museo de Bellas Artes pero decidimos volver a Sliema y tomar posesión de la habitación. Ya necesitábamos un receso porque estábamos levantado desde las 4 de la mañana.
Nos gustó mucho nuestra habitación en el cuarto piso con unas vistas de impresión al puerto y paseo marítimo de Sliema y al fondo la Valeta y el fuerte Manoel.
Cenamos en el hotel unos súper bocatas de jamón que nos trajimos de Madrid y que no habíamos tomado por la mañana, en la terraza con vistas espectaculares.
Rematamos el día con un paseo junto a la orilla del mar y a dormir.