Que conste que el apelativo no lo hemos puesto nosotros, ya que la descripción de los franceses como una "pequeña Venecia" es un tanto exagerado, pues ni tiene canales, ni palacios sobre ellos, pero sí tiene un cierto encanto y sobre todo para los españoles guarda una agradable sorpresa.
Llegamos procedentes de Albí a unos 40 kilómetros de Castres, conseguimos aparcar el coche cerca del río Agout y no perdimos mucho tiempo para empezar a recorrer la ciudad. Lo primero que nos llamó la atención fueron las casas en voladizo que parecen disputarse el espacio y que al reflejarse en el río crean un lugar muy fotogénico para explorar con la cámara.
Estas casas pertenecieron a artesanos como curtidores, tejedores y tintoreros que necesitaban el agua del río para las lavanderías en sus sótanos. Cada una de ellas, situadas en el margen derecho, tiene un carácter diferente: algunas están revestidas con azulejos, otras están pintadas en colores brillantes, algunas tienen galerías de madera abiertas y otras elegantes ventanales cuadrados.
En el margen derecho del río, se encuentran unos espléndidos jardines que pertenecen al Palacio Episcopal de Castres, que fueron diseñados en el siglo XVII, por el mismo diseñador que realizó la jardinería del Palacio de Versalles.
Los jardines tienen una forma trapezoidal ligeramente irregular para que parezcan simétricos desde las ventanas del palacio, creando una decoración natural estilizada y elaborada, que para ver correctamente, ha de hacerse desde un punto más alto.
Más de 300 años después, sus setos de boj bordados siguen el mismo patrón que lo hicieron cuando se colocaron. El jardín consta de parterres formales, así como de cuatro parterres de estilo inglés y un bosque de castaños en la parte posterior. Una vez visto el jardín, nos dirigimos al Palacio Episcopal que también fue diseñado por un arquitecto de Versalles.
Majestuoso edificio de estilo renacentista, situado al borde del río Agout, el Palacio episcopal fue inaugurado en el siglo XVII por el obispo de Castres y entre sus paredes se integra el campanario de la torre de San Benito, recia construcción románica con una elegante portada, que fue el único vestigio de la antigua abadía benedictina de San Benito del siglo IX. Y aquí llega la sorpresa, el Palacio Episcopal ademas de acoger en la actualidad dependencias municipales, alberga la mejor galería de arte español en Francia, el Museo Goya.
Se puede acceder al Museo Goya atravesando el patio desde la calle en la que está la puerta del Ayuntamiento o desde los jardines que están en la parte posterior del mismo.
Una vez se cruza el patio del edificio (hay que seguir las indicaciones) se sube por una imponente escalera de piedra que lleva hasta el primer piso. Allí se encuentra la taquilla y puerta de acceso al Museo Goya.
El museo se abrió en 1840 aunque no con la especialización en pintura española, pero en 1894 cuando el hijo de Pierre Briguiboul, pintor y coleccionista de arte, enamorado del arte español lega según deseos de su padre 3 cuadros y 4 grabados de Goya al museo de Castres, determina la vocación hispánica de la institución.
Francisco de Goya es desde luego la estrella del museo, pero se pueden contemplar en las diferentes salas obras de artistas españoles desde el siglo XIV hasta nuestro días. Artistas como Murillo, Ribera, Velázquez o Zurbarán comparten espacio con obras de Sorolla, Rusiñol, Juan Gris o Picasso.
Este museo de arte hispánico es único en su género y ha continuado su enriquecimiento, especialmente en los últimos veinte años, convirtiéndose en una referencia para la historia del arte español de los últimos siete siglos.
Es el único museo francés que puede ofrecer una visión tan completa del arte español, completa la colección de arte hispanico cerámicas, armas y artículos decorativos precolombinos.
Salimos alucinando del museo y nos dirigimos al centro neurálgico de la ciudad, la plaza rectangular de Castres.
Castres fue el lugar de nacimiento del fundador del socialismo francés Jean Jaurès que fue asesinado tres días antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial, así que nada más terminada la guerra, la plaza tomó el nombre del político y una estatua suya preside el centro de la plaza.
Castres se ha mantenido al día con la tendencia francesa de peatonalizar los centros de las ciudades, y la Place Jean Jaurès se quedó sin paso de automóviles en 2005. La arquitectura del entorno es suntuosa, con portales señoriales y soportales de arcadas onduladas que han sido ocupadas por bares y tiendas. Las mesas de los restaurantes y cafeterías lo convierten en un lugar muy sociable para reunirse con familiares y amigos y también varios días a la semana se instala un mercado al aire libre que da color, jovialidad y vida al recinto.
Por supuesto que no podíamos irnos de allí sin saborear un café en una de sus terrazas y tomarnos un breve descanso viendo el deambular de la gente que pasaba junto a nosotros. Después, de vuelta al río Agout, para ver si podíamos tomar una barcaza para darnos un paseo por el río, pero tuvimos la mala suerte de que las excursiones comenzarían a salir una hora más tarde. El barquito que hace ese recorrido se denomina Miredames, y es una replica de las diligencias fluviales que recorrían los ríos y canales de Francia. Apenas tiene un calado de 40 centímetros, pero pese a ello, puede transportar hasta 60 pasajeros y navegar por el río Agout partiendo del embarcadero ubicado en pleno centro de la ciudad.
Y os preguntaréis porque Castres se encuentra dentro de la ruta cátara. Pues mirad, Castres, por desgracia no conserva su castillo ni sus murallas, al ser derruidas totalmente en la época a que nos referimos, por obra y gracia del eterno enemigo de los cátaros, Simón de Montfort, pero la ciudad tuvo especial relevancia dentro del Languedoc y de la cruzada albigense contra los cátaros, existiendo gran cantidad de personajes implicados en Castres , como el más célebre Perfecto de Occitania, Gilabert de Castres, y la Perfecta Ermengarda de Castres, conocida por la “Belle Castreise” por su gran belleza.
Seguro que nos faltaba mucho por ver y recorrer en la ciudad de Castres, pero estábamos deseando continuar camino para llegar a Montolieu y posteriormente a Carcassonne, así que fuimos a por nuestro coche y nos pusimos en marcha. Podéis leer toda la ruta de nuestro viaje en "Ruta en coche de 12 días por el País Cátaro: España, Andorra y Francia"