Casi terminando mi viaje por Galicia, que os he contado en Galicia y Portugal sin coche: Planificación, ruta y hoteles, no quería dejar de visitar la ciudad de Pontevedra, no sería mi primera visita, y además conocer uno de los pueblos más bonitos en la orilla de la Ría de Pontevedra, hablo de Combarro que tan solo está a siete kilómetros de la capital. Estando alojada en Vigo, llegué a la ciudad en un tren regional que tarda algo menos de treinta minutos, a Combarro pensaba llegar en autobús desde Pontevedra y por la tarde volver a Vigo.
Pontevedra
Pontevedra es la capital de la provincia del mismo nombre y capital de las Rías Bajas, destaca por conjunto monumental pétreo con innumerable casas blasonadas, iglesias, soportales y su gran número de plazas que hacen que su centro histórico sea de los más monumentales tan solo por detrás de Santiago de Compostela y Lugo. Es atravesada por el Camino de Santiago portugués lo que hace ver un gran número de peregrinos caminando por sus calles.
Aquí os dejo un mapa con el Centro histórico de la ciudad y sus monumentos más interesantes, en este caso yo estuve una mañana haciendo el recorrido pero le podéis dedicar perfectamente un día si queréis entrar en los edificios que conforman el llamado Museo de Pontevedra que son seis. Desde la estación de Renfe llegué a mi primera visita.
Plaza de la Herrería y Convento de San Francisco
En realidad esta Plaza de la Herrería forma un conjunto único con las Plazas de Orense y Estrella, un tres por uno en ese recorrido de innumerables plazas de la ciudad. Es uno de los lugares más concurridos de la ciudad y aquí se encuentra el cartel con el nombre de la ciudad. Soportales, fachadas modernistas, jardines, una fuente y el Convento e Iglesia de San Francisco. Cuenta la tradición que esta iglesia fue fundada por el propio San Francisco de Asís cuando pasó por Pontevedra de camino a Santiago de Compostela. Sus orígenes se encuentran entre los siglos XIII y XIV con modificaciones posteriores con lo que vemos un estilo gótico tardío, en su interior destacan los sepulcros medievales.
Plaza de la Peregrina de Pontevedra
Por esta plaza pasa el Camino de Santiago portugués y se encuentra la peculiar iglesia del mismo nombre con su forma de concha de vieira. La Iglesia de la Peregrina es del siglo XVIII y está dedicada a la Virgen Peregrina, patrona de la provincia y encargada de guiar a los peregrinos en su camino a Santiago. Compite en popularidad en La peregrina la estatua del loro Ravachol, mascota de la villa; el loro era propiedad de la boticaria que tenía su negocio en la plaza y como sabemos todos estos animales repiten todo lo que se les enseña y Ravachol tenía una lengua un tanto viperina, tanto que hoy en carnaval se le disfraza y en vez de enterrar la sardina entierran al loro Ravachol, siendo una de las fiestas más populares de la ciudad.
Plaza de la Leña
Su nombre indica que en este lugar era en el que se encontraba el mercado de la leña; dicen que es de las más bonitas de la ciudad con sus soportales, su cruceiro que indica un cruce de caminos y otro edificio del Museo de Pontevedra ubicado en dos pazos pero apreciar toda esta belleza era casi imposible pues la plaza está llena de bares y en ellos sombrillas que tapan casi toda la visibilidad. Podéis comprobarlo en la fotografía que os dejo.
Plaza de las Cinco Calles
Otra plaza curiosa con su cruceiro y cinco calles que desembocan en ella pero hasta aquí se llega para conocer la casa en la que vivió uno de los gallegos más conocidos de la generación del 98, Don Ramón María de Valle-Inclán. No sólo esta plaza está vinculada con el dramaturgo, en nuestra siguiente parada lo conoceríamos.
Plaza Méndez Núñez.
Está dedicada por nombre a un almirante de la ciudad vinculado con el mar pero aquí llegué buscando la escultura de Valle-Inclán que parecía estaba saliendo de alguna tertulia.
Basílica de Santa María la Mayor
Esta basílica está considerada como el monumento más importante de la provincia, siendo Bien de Interés Cultural desde 1931, se ubica en un promontorio junto al río Lérez que fue el lugar que se atribuye al origen de la ciudad. De origen gótico isabelino en su construcción lo más importante es su portada renacentista datada en el siglo XVI, hacia el año 1541, ha sido atribuida a Cornelis de Holanda. Fue declarada basílica en 1962 por el Papa Juan XXIII pero no es catedral ya que la ciudad no es sede episcopal sino que pertenece a Santiago de Compostela. Es una de las pocas capitales de provincia de no tiene catedral, aunque en Galicia es normal porque tampoco la tiene La Coruña.
Plaza de España
En esta plaza se encuentra el hermoso edificio del Ayuntamiento de la ciudad, arquitectura ecléctica construido en el año 1880 y aquí se encuentra la Oficina Municipal de turismo, donde podréis encontrar todo tipo de información de la ciudad.
Ruinas del Convento de Santo Domingo
Uno de los iconos de la ciudad son las ruinas de este antiguo convento de los Dominicos que ahonda sus raíces en el siglo XIII, en ese momento la ciudad de Pontevedra, villa por aquel entonces, contaba con tres conventos de órdenes mendicantes como son el de San Francisco, el de Santa Clara con la rama femenina franciscana y el de Santo Domingo de la orden de los dominicos. Sucesivas modificaciones y distintos usos nos llevan al siglo XVIII, 1719, cuando fue destruido por los ataques de los ingleses. A finales de ese mismo siglo se pensó reconstruir la iglesia pero tras la amortización de Mendizábal se desistió y pasó a formar parte del Ayuntamiento.
Varios intentos de derribo por parte de las autoridades municipales y oposición de los ciudadanos los restos fueron declarados Monumento Nacional en 1895, siendo el primer monumento de la provincia de Pontevedra en conseguir esta declaración. Personalmente fue uno de los lugares que más me gustó de la ciudad y además hoy está incluido como uno de los edificios del Museo de Pontevedra.
Recorrer Pontevedra es pasear por una sucesión de plazas y calles preciosas, casas con blasones, soportales y las típicas casas acristaladas de Galicia. Es casi imposible mencionar cada una de ellas pero sí os he contado aquí las que me parecieron más bonitas. Como todo no puede ser perfecto, haré una crítica muy subjetiva a mi visita a Pontevedra en un mes de julio y con un día espléndido de sol hasta que a medio día dejó de serlo. Me refiero a que era bastante difícil hacer fotografías y ver lo hermoso de los soportales y casas porque la ciudad parecía un mar de sombrillas que daban buen cobijo a la enorme cantidad de bares y terrazas.
Tras esta visita pensaba buscar un lugar para comer pero el cielo se nubló y comenzó a caer agua a mares, como estaba en la Alameda, decidí coger un taxi (no fue nada fácil) e irme a Combarro a comer, esperando que el tiempo fuera más amable.
Combarro
Tuve suerte porque cuando llegué no llovía pero el cielo estaba cargado de nubarrones. El taxista me dejó en el inicio del centro histórico y el puerto deportivo, con lo que decidí iniciar la visita y comer en algún lugar que me gustara y fuera exterior. Combarro es uno de los pueblos más bonitos de Galicia en el corazón de las Rías Bajas, un pueblo o el pueblo de los cruceiros y de los hórreos, es Conjunto histórico-Artístico desde 1972 por su gran riqueza en arquitectura popular ligada al mar. Hoy, escribiendo este relato confirmo que sencillamente es un pueblo precioso y uno de los lugares más bonitos que he conocido en Galicia. Aquí os pongo un mapa
Es muy sencillo el recorrido por Combarro pues en dos calles principales, la Rúa de San Roque por el interior desde la que salen pequeños callejones al mar y la Rúa del Mar desde la que se obtienen las mejores vistas de los hórreos siempre y cuando la marea esté baja, que es como yo la encontré.
Adentrándonos por la Rúa de San Roque empezaremos a encontrarnos los cruceiros, que en este hermoso pueblo hay un total de nueve según indica el mapa. Éstos suelen colocarse en los cruces de camino, aquí en los cruces de las calles en las plazas, algunos autores piensan que también tienen una función de cristianización.
Los cruceiros son de granito, como algunas de las casas que se sustentan en la propia roca, tienen dos caras diferentes, en una una imagen de un Cristo mirando a tierra y en la otra la Virgen mirando al mar.
El nombre de la Rúa proviene de la pequeña iglesia de San Roque que se encuentra en ella, estaba cerrada y había que conformarse con las hermosas casas de granito que la rodeaban, algunas con unos balcones con balaustradas mirando hacia el este para aprovechar las horas de luz y el calor.
Pequeñas calles, por algunas no se puede caminar , con unas vistas de la Ría preciosas y al ser verano una explosión de colores acompañando a los hórreos.
Pequeñas plazas con mucho encanto en este recorrido por Combarro.
Aquí ya con hambre y pensando que no podría comer en Combarro, pues eran las tres de la tarde, domingo y por todos los restaurantes que pasé estaban sin mesa. Pero finalmente, descendiendo hacia la Rúa del Mar, tuve suerte. Rúa del Mar con la marea baja, con sus casas marineras y una sucesión de hórreos que después vería más despacio. Estaba en la Plaza de Rualeira.
Estas son las vistas del Restaurante que encontré para poder descansar un rato y comer. Se llamaba Terrazas Plaza Rúa Leira y di buena cuenta de una empanada, unas zamburiñas a la plancha, pimientos de padrón y queso de la tierra con membrillo. Todo estaba delicioso.
Ya tocaba pasear por la playa para ver en primera línea los famosos hórreos de Combarro, hay más de treinta alineados sobre el muro de la costa con sus callejones terminados en rampa para los aperos de pesca. Lástima no poder poner todas y cada una de las fotografías con estos espacios peculiares y preciosos.
Mi paseo terminaba donde había empezado, en la Plaza de Chousa, centro de reunión de todos los vecinos para festividades. Vistas las casa marineras del siglo XVIII-XVIII, los hórreos del siglo XVIII y los cruceiros del siglo XVIII-XIX, pensaba dar un paseo por el puerto nuevo y la playa pero el tiempo volvió a decidir por mí. Un trueno y el diluvio de nuevo, estaba al lado de la parada de taxis, llamé a los dos teléfonos que había y uno de ellos contestó y en unos diez minutos me recogió y de nuevo a la estación de tren de Pontevedra donde seguía lloviendo a mares. Salía un tren a Vigo en veinte minutos, cambié el que tenía y a casa... Un día precioso a pesar de la lluvia, pero estaba ya casi diez días de ruta y era la primera vez que me llovía. ¡ Es Galicia!