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Turisteando el mundo

  • Foto del escritorPilar y Paco Viajeros

Singapur, ciudad para el futuro

Último día en Singapur y a la postre último día de viaje “Maravillas de Asia”. Desayunamos y dejamos las maletas en depósito en recepción ya que nuestro avión salía de madrugada (02:30 h.) al día siguiente.

Teníamos todo el día para “patear” Singapur y además ahorrábamos la noche de hotel, aunque con el inconveniente que seguía haciendo mucho calor. Empezamos por acercarnos a Clark Quay, no podíamos irnos de esta ciudad sin haber montado en uno de los barcos que recorren el río y la bahía. Aunque carillo, el pase cuesta 22 SGP (14€) es casi obligatorio para el turista realizar este paseo. Lo comercializa la empresa Singapore River Cruise.

Esa mañana no había apenas gente en el embarcadero, tuvimos la suerte de montar en un barco solo con otra pareja más, que era italiana, así que las fotos pudimos hacerlas a nuestro antojo y sin molestar a nadie.

El paseo es soberbio empieza y termina en Clark Quay, recorriendo la ribera del río Singapur y la bahía Marina Bay y dura unos 40 minutos.

Durante el recorrido por el río se pasa por sitios emblemáticos, la Corte Suprema, el Parlamento, el próximo Museo de las Civilizaciones de Singapur que será espectacular una vez acaben las obras, parte de los distintos ministerios, etc.

Para conocer la historia del Singapur River y de la ciudad de Singapur os remitimos a la página de "www.guiadesingapur.com" que lo describe de forma muy interesante y didáctica. Una vez llega a la bahía de Marina Bay, los espectaculares rascacielos que rodean las orillas, hicieron que casi de forma inmediata, nos levantásemos del asiento para observarlos y realizar las fotos correspondientes.

El barco aminora la marcha delante del Merlion, un animal mitológico mezcla de león y pez, es incluso venerado por algunos visitantes pensando que es una deidad. Singapur antiguamente era una colonia de pescadores llamada Temasek (ciudad el mar en javanés), de ahí lo del pez, hasta que fue arrasado por piratas, haciendo huir a la población. Más tarde un príncipe javanés valeroso lo liberó y se cambió el nombre por Singapur (ciudad del león) en honor a su bravo libertador. Esa leyenda sirve a Singapur para crear este icono en los años sesenta como símbolo de la ciudad y fortalecer el turismo.

Esto funcionó de manera extraordinaria, multiplicándose por 10 los visitantes a Singapur. De hecho hay una placa que dice:

"El Merlion se ha erigido como un símbolo para dar la bienvenida a todos los visitantes a Singapur".

Hoy en día es la atracción más visitada y fotografiada de Singapur, amén de los productos de marketing que genera.

El barco llega frente al Marina Bay Sands increíble complejo turístico que consta de hotel, centro comercial, casino, terraza panorámica y museos. Proyecto desarrollado y financiado por las Vegas Sands y ejecutado por el equipo del arquitecto Moshe Safdie. Son tres edificios unidos por una especie de puente en su parte superior que contiene una gran piscina de las llamadas "infinitas" famosa en todo el mundo.

Las obras de mejora junto a Marina Bay no descansan, continuamente se dota a la ciudad de equipamientos y servicios. Tiene hasta un circuito de fórmula 1 que también se convierte en campo de fútbol con gradas en terreno ganado al mar, un palacio de Opera construido en las mismas circunstancias y otros muchos.

Es la única ciudad el mundo que tiene un plan de ordenación urbana a 80 años vista. Saben muy bien lo que quieren. Este año están celebrando sus 50 años de independencia. No queremos pensar lo que lograrán en los próximos 50.

¡Vaya panorámicas y vistas que hemos disfrutado! Dijimos al acabar el paseo. A pesar del calor (nos bebimos dos botellas de agua) salimos muy contentos por haberlo hecho y por supuesto os lo recomendamos hacer de día y de noche. Si lo conseguís hacer a partir de las 20:00h disfrutaréis "in situ" del espectáculo de fuegos artificiales, luz y sonido.

A continuación entramos en el centro comercial que hay justo enfrente del embarcadero, más que nada por refrescarnos un poco con el aire acondicionado y además porque dentro del mismo estaba una de las bocas de metro de Clark Quay.

Los precios que vimos no eran caros ya que estaban de rebajas, a punto estuvimos de comprarnos unos zapatos Clarks, pero no teníamos más sitio en las maletas y no íbamos a cargarlos encima todo el día. Deciros que en el aeropuerto devuelven el 10% de cualquier compra superior a 100 SGD (63€), así que si vais a comprar, llevaros el pasaporte, que lo exigen en las tiendas para daros la factura que debéis presentar en el aeropuerto.

Desde Clark Quay cogimos el metro en dirección a City Hall, para conocer el mítico Hotel Raffles, excepcional joya colonialista que aún hoy en día se conserva espléndido. Habíamos estado el año pasado en el hotel Raffles de Siem Reap (Camboya) tomando un té con pastas, como nunca lo habíamos tomado (fabuloso) y queríamos ver si este Raffles lo superaba. Lo avistamos nada más salir de la estación, como también distinguimos al exótico y pintoresco recepcionista de los coches que traen huéspedes, con barba y turbante e icono del hotel.

Entramos en su jardines que llevaban a las tiendas, no se puede pasar dentro del hotel sin visita concertada y además pagando 15 SGD. El hotel es abrumadoramente exquisito en todos sus rincones, no queremos imaginar cómo sería el restaurante o las habitaciones (precio mínimo 350€ por noche).

Parecía que estuviésemos en el decorado de una película de época, mobiliario de caoba y raftan, sala de billar, cristales biselados... Un sin fin de detalles originales, exóticos y de extraordinaria calidad. Su tienda de productos, inalcanzable en precios, pero una maravilla contemplar su decoración y todos aquellos artículos. Su presentación perfecta... ¡Vaya exquisiteces! ¡No dejéis de visitarla, aunque no compréis nada!

El nombre del hotel es debido a Sir Thomas Samford Raffles, el mismo gobernador británico de la isla de Java, que estableció como colonia inglesa a Singapur. El establecimiento pertenece a una de las cadenas hoteleras más prestigiosas y elegantes de todo el mundo, la cadena Raffles. No sabemos si fue el hotel el primero de la cadena y la que le dio el nombre o la cadena ya existía. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

Hay que resaltar otras de las leyendas o historias (¿Quién sabe?) que hay sobre el hotel. Su bar-cocteleria llamado Long Bar y que está en el segundo piso, es muy frecuentado para tomar el famoso cóctel “Singapure Sling" que figura en la lista oficial de cócteles de la IBA y es actualmente, la bebida alcohólica nacional del país. Parece ser que fue inventado por un camarero javanés que trabajaba en el Raffles para apaciguar la amargura de la espera de un británico, cliente del hotel, el cual había sido “plantado” por su amor, allá por el año 1915.

Desde allí y nuevamente en metro a la calle Orchard Road, centro neurálgico de la moda y las marcas internacionales en Singapur. El nombre de la calle le viene de la plantación de orquídeas que existía hasta principios del siglo XX.

Tiene una longitud de unos 2 km. Está flanqueada por distintos centros comerciales, tiendas de marca, restaurantes, hoteles de lujo y bancos. La calle está impecablemente ajardinada con flores y vegetación en los espacios comunes. Se hace difícil cruzar de acera a acera, por estar los semáforos muy alejados unos de otros. No obstante hay pasos subterráneos.

Realizamos un paseo curioso visitando las exclusividades que se exhibían. No todos los centros comerciales de la calle son de lujo, también existen bazares y tiendas de descuento aunque no llegan a ser tan baratos como en el barrio hindú. Llegó nuestra hora de comer y lo hicimos en uno de comida rápida.

Decidimos después de comer, ir a conocer "Gardens by the bay" (Jardines de la bahía), para ello debíamos de coger el metro hasta la estación de Bayfront.

Un enorme pasillo de espejos y motivos florales, con un suelo impoluto, perfectamente limpio, nos lleva a un ascensor que nos dejó en la entrada del parque. Inaugurado en 2012 y por supuesto en un terreno ganado al mar, situado en la parte posterior del complejo Marina Bay Sands, es una de las muchas y grandes atracciones de la ciudad.

El parque tiene un área abierta y gratuita, con varios jardines diferentes unos de otros, hay jardines coloniales, chinos, de flores, de palmeras, etc. Una de las zonas es la llamada Supertree Grove, o zona de los "súper árboles" que son estructuras metálicas enormes, recubiertas de plantas que se han convertido en una de las atracciones estrella de Singapur.

Estas estructuras están preparadas para ser autosuficientes de energía. Recogen el agua de lluvia, poseen células fotoeléctricas ya que durante el día cargan las baterías necesarias para su espectáculo de iluminación diaria por la noche. La zona de pago comprende los dos invernaderos, gigantescas naves donde en su interior incluso hay una montaña con su cascada en un clima tropical húmedo creado artificialmente. La entrada de pago también comprende las pasarelas que hay entre los súper árboles. El visitante tiene toda clase de comodidades, ascensores, escaleras mecánicas, aseos incluyendo para minusválidos, minivan eléctrico para desplazarse. En fin, una pasada.

Después de pasear por los jardines, nos quedaba aproximadamente una hora antes de que diera comienzo el espectáculo de luz y sonido. Como el complejo Marina Bay Sands estaba al lado fuimos allí a curiosearlo por dentro y de paso utilizar sus baños.

Un hotel espectacular, con grandes áreas para realizar eventos y exposiciones. Cuando estábamos admirando lo que veíamos, oímos hablar español. Una joven pareja andaluza también estaba por allí visitando el complejo. Intercambio de información y unas risas y de vuelta a la plataforma de los jardines para asistir al espectáculo.

También allí, volvimos a encontrarnos con la pareja vasca que estaba alojada en nuestro hotel, nos sentamos juntos y disfrutamos de la atracción que teníamos ante nosotros.

Desde luego algo digno de ver y totalmente recomendable si visitáis Singapur. Un buen broche para nuestro viaje. Nos dirigimos al hotel para coger las maletas y marchar al aeropuerto.

Singapur da para mucho más de lo que vimos, nos quedamos con ganas de volver ya que tenemos aún visitas pendientes que os dejamos en una relación con sus enlaces a la web, por si tenéis más tiempo que nosotros u os movéis más rápido. Son las siguientes:

- Isla de Sentosa: principal lugar de esparcimiento de los singapurenses. Playas, visitas culturales y diversas atracciones, entre ellas el parque de diversión Universal Studio.

- Zoo de Singapur: Excepcional atracción, considerado como uno de los mejores del mundo.

- Terraza mirador Marina Bay Sands: Las mejores vistas de Singapur.

- Casino Marina Bay Sands: El mejor casino del mundo fuera de las Vegas.

- Jardín de orquídeas y Parque Botánico de Singapur: El espacio más grande dedicado a orquídeas y Parque Botánico de primer nivel.

Llegados al hotel, entregamos nuestros recibos de depósito de las maletas y la empleada de seguridad nos las entregó además de preguntarnos si necesitábamos taxi, asentimos y de inmediato un gran coche Toyota se puso a nuestra disposición. Por unos 15€ nos traslado hasta la Terminal 3 del aeropuerto de Changi donde Qatar Airways realizaba la facturación.

Todavía no había abierto el mostrador, era pronto, habíamos ido a propósito con tiempo suficiente para conocer el que dicen es el mejor aeropuerto del mundo. Primero cenamos unos paninis y disfrutamos de wifi gratuito. Habíamos leído el post de "myguiadeviajes.com" y teníamos interés en comprobar todo lo que mencionaba de él.

Y efectivamente hay que reconocer que la amabilidad prima ante todo, hasta unos caramelos nos ofreció con una sonrisa el aduanero que nos selló los pasaportes para pasar a la zona internacional. No vimos, o mejor no encontramos el cine (gratuito) para hacer más agradable la espera. Si vimos los sillones de masajes aunque todos estaban ocupados. La limpieza era notoria en cualquier sala, rincón o aseo. Tiendas de marca a las que visitan incluso los habitantes de la ciudad y áreas de niños por doquier.

El aeropuerto estaba francamente bien, quizás no descubrimos tantas cosas como nuestro amigo de "myguiadeviajes" pero hay que reconocer que los servicios que presta este aeropuerto son de primera. Llegó la hora de embarcar y de finalizar nuestro viaje. El vuelo fue fenomenal (dormidos prácticamente todo el viaje) hasta llegar a Doha donde hicimos una escala de 3 horas y de allí a Barcelona sin el menor problema. Toda una experiencia haber vivido y visitado los países recorridos. Asia enamora y está creciendo rápidamente, no dudéis en visitarla, saldréis encantados como nosotros.

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