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Turisteando el mundo

  • Foto del escritorPilar y Paco Viajeros

Santa Mariña de Augas Santas. Paisaje y leyenda. Galicia (España)


Desde Allariz, nos pusimos en marcha y retomamos la carretera, el campo lleno de color y frondosidad nos permitió hacer un trayecto bello, muy bello, pero también con cierto halo de misterio. A veces parecía que los árboles inclinados hacia la carretera tuvieran intención de engullirnos. La luz del día se aplacaba al pasar entre estos monstruos de la naturaleza.

Comprendimos que Galicia es mágica y sus antepasados celtas inspiraron el espíritu legendario de maldiciones, fantasmas, hechizos y bruixas. Hasta se agradecía la presencia de algún peregrino por el arcén para evitar la soledad.

Llegamos en diez minutos y aparcamos muy cerca de la Iglesia, aún quedaba tiempo hasta las doce, hora en la que abrieran, por lo que empezamos a recorrerla por su exterior. El majestuoso templo románico de Santa Mariña de Augas Santas está ligado a esta mártir de los primeros años del cristianismo. La iglesia fue edificada a finales del siglo XII y principios del XIII, exceptuando el torreón del campanario donde de se ha instalado un reloj y las torres de las calles laterales que son de estilo barroco levantadas en el siglo XVIII. Tiene un magnífico rosetón labrado en la fachada que aporta luz a la iglesia.

Santa Mariña de Augas Santas constituye un atractivo conjunto histórico, artístico y paisajístico de primer orden en el que se mezclan historia, tradición y leyenda. Al vernos deambular por el recinto de la Iglesia, una señora que vivía en una casa colindante se acerco a nosotros con una sonrisa, indicándonos que teníamos tiempo de visitar la Basílica, las fuentes y el castro que se encontraban a un par de kilómetros antes de que la Iglesia abriera sus puertas y nos acompañó a coger la vereda que llegaría hasta allí. Recordamos que nuestra amiga Trinidad había hecho ese recorrido, así que nos pusimos en marcha, no sin antes agradecer a la buena señora sus consejos.

Antes de partir, le hicimos una carantoña al perro de la señora y éste nos acompañó en el recorrido sin despegarse de nosotros hasta que cruzamos la carretera y seguimos por el camino correcto, pero la primera sorpresa fue que caminábamos sobre unas piedras que tenían toda la pinta de ser... ¡Una calzada romana! Lo pudimos corroborar al pasar junto a un cartel indicativo que lo explicaba, aunque nos quedamos a medias porque solo estaba escrito en gallego.

El camino tiene grandes pendientes que a la vuelta nos pasó factura y discurre a través del bosque cuya frondosidad impresiona y seguro que con poca luz asusta. No olvidemos que Manuel Blanco Romasanta, el hombre lobo de Allariz, nació muy cerca de aquí y fue un caso documentado de licantropía, cometiendo más de una decena de asesinatos en el bosque.

Por fin vimos los restos de la Basílica que llaman de la Asunción, aunque su nombre correcto es de la Ascensión, data del siglo XIII y quedó inacabada. De origen templario, fue declarado conjunto monumental desde 1955. Los arqueólogos consideran a esta zona, denominada Conjunto arqueológico de Armea uno de los mejores conjuntos históricos de más valor de Galicia.

La basílica se construyó en honor a la existencia y martirio de Mariña, mujer que se resistió al los deseos de un prefecto en la Ciudad de Armea, llamado Olibrio, que intentó doblegar su voluntad con varias torturas sin ningún resultado. Condenada a morir abrasada en un horno, saldrá viva gracias a San Pedro que la pudo sacar dejándola junto a un estanque. Finalmente, el prefecto ordenó que la decapitasen, su cabeza fue cortada de un solo golpe, pero botó tres veces al caer al suelo, manando una fuente en cada bote. El templo en honor a la mártir quedó inconcluso debido a la desaparición de la Orden del Temple.

Dentro del recinto nos dimos cuenta que se podía acceder a lo que sería el horno crematorio a través de unas escaleras de piedra. Sin ninguna luz y solo con la que daba el teléfono móvil, emulando a Indiana Jones, nos atrevimos a bajar a una pequeña cámara, una enigmática cripta donde se encontraban enormes sarcófagos de piedra, un horno, un altar y un pequeño agujero en la bóveda.

En las paredes había grabados con la cruz templaria y otros misteriosos signos. Hay quien dice que los templarios utilizaban el horno para experimentos de magia y alquimia y otros que el lugar albergaba saunas castrexas, unas antiguas termas celtas. Por último, se dice que podría servir para algún tipo de rito iniciático, de ahí las profusas decoraciones en las “Pedras Formosas”. Sea lo que fuera, es muy probable que este horno hubiera funcionado hasta pasado el siglo VIII o quizás hasta el inicio de la construcción de la basílica.

Es muy probable que la leyenda de la santa surgiera sobre el siglo XI o XII y que fuera una estrategia para desviar los ritos paganos que allí se realizaban. El caso es que era un poco angustioso estar allí dentro y después de haber hecho unas cuantas fotos, salimos y continuamos el camino que nos llevó a Penedo da Moura, una curiosa superposición de dos rocas.

Los "Mouros" son seres mitológicos de la sabiduría popular gallega a los que se le atribuían ser los constructores de todo aquello a lo que los lugareños no daba explicación. En realidad, las rocas de granito adoptaron tales formas hace millones de años, después de emerger en forma de burbujas de lava que se enfriaron al llegar a la superficie.

Proseguimos la andadura hasta donde dicen existió una villa romana conocida como Armea y que de allí era el pretor romano que se enamoró de Santa Mariña y que inició el calvario contra la santa. Había restos del castro, de pilas seculares, piedras con formas imposibles, árboles con formas "amenazantes" en fin, todo un cúmulo de elementos que son propensos a formar parte de las leyendas locales.

Habíamos visto lo suficiente para quedar satisfechos, por lo que dimos la vuelta e iniciamos el camino de regreso al pueblo, esta vez cuesta arriba, para conocer el interior de su Iglesia. Nuestro esfuerzo nos costó y unas pequeñas agujetas al día siguiente, pero llegamos justo antes de celebrarse la misa.

En el lugar donde fue decapitada se construyó una iglesia románica del siglo XII compuesta de tres naves y planta basilical. Estas naves se separan por medio de pilares con columnas adosadas. En la parte superior de cada una de las naves unos arcos transversales sostienen la cubierta que actualmente es de madera pero que en su día fue de piedra.

Detrás de la Iglesia está la fuente supuestamente milagrosa, que manó cuando la cabeza de Santa Mariña botó en el suelo después de su decapitación y bueno, aunque no somos muy creyentes un par de botellas llenamos... ¡Por si acaso funcionaba!

Lo que sí aseguramos es que el agua sale muy fresca y tiene un sabor buenísimo. Estábamos contentos con lo que habíamos visto y vivido y con una sonrisa dejamos el pueblo atrás poniendo otra vez rumbo a Allariz.

Hay rutas y visitas que cautivan, y ésta fue una de ellas.


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