El Valle del Jerte situado en el norte de Extremadura, en la provincia de Cáceres, por el cual fluye el río Jerte afluente del Tajo y famoso por la floración de los cerezos en primavera, un increíble espectáculo de más de dos millones de árboles tiñendo de blanco las laderas del valle que se transforman en una espectacular exhibición de luz y color. Este proceso que dura aproximadamente solo dos semanas y que va también en función de la altura de donde están plantados, hace que sea difícil averiguar la fecha exacta de la floración del cerezo y por tanto acertar en el día de la visita.
Cada año, el florecimiento de los cerezos que cubren los lados inclinados del valle atraen a un número cada vez mayor de visitantes. Partiendo de la histórica y noble ciudad de Plasencia, pudimos hacer un recorrido por algunas de los pueblos casi mágicos y fascinantes a lo largo de la ruta por el valle. La exhibición espectacular de naturaleza y color tiende a ocurrir entre la segunda quincena de marzo y la primera semana de abril y en uno de esos fines de semana llegamos hasta allí, habiendo pasado una noche en el hotel Alfonso VIII, lo que también incentivaba la visita, pues es un alojamiento ciertamente magnifico y sito en el centro de la histórica ciudad. Pero esto es otra historia que os contaremos en breve.
Desde allí tomamos la carretera N-110 que nos llevaría directamente al valle. Indescriptible lo que veíamos a través de las ventanillas del coche, aunque teniendo un tiempo nublado. Paramos varias veces para contemplar el espectáculo antes de llegar al primer pueblo en el que teníamos previsto visitar. Este era Navaconcejo. Os dejamos un mapa para que podáis ver todos los pueblos que se pueden visitar entre Plasencia y el Puerto de Tornavacas, donde se encuentra ubicado este maravilloso Valle del Jerte.
Hasta nuestro primer destino fuimos viendo las plantaciones de cerezos en las laderas de los montes y las vistas fantásticas del valle que nos daba la carretera.
NAVACONCEJO, a unos 30 kilómetros de Plasencia, justo en medio del Valle del Jerte y también en las estribaciones del río del mismo nombre. Posee un urbanismo original que responde a la estructura de pueblo-calle, si bien en la actualidad es la carretera la que actúa como la arteria más importante. La antigua calle Real, larga y paralela al río, se abre al norte con un bello crucero, no olvidemos que la Vía de la Plata discurre cerca de este valle y a lo largo de su recorrido nos encontramos con llamativos edificios entramados con balcones muy volados.
En las afueras del pueblo, los espléndidos campos de cerezos junto al río Jerte, nos hacían disfrutar aún más del paisaje, andar entre los árboles se convirtió en un traslado a nuestra niñez, cuando todo lo que veíamos en la naturaleza nos sorprendía. Y sin lugar a dudas un placer escuchar el transcurrir del agua del río Jerte que es una constante en toda la ruta.
Fueron grandes momentos entre los huertos de árboles frutales y no encontramos más que sonrisas entre los vecinos del lugar, pero teníamos que seguir nuestra ruta y fuimos al siguiente pueblo del valle. Se trataba de CABEZUELA DEL VALLE, cuyo casco histórico está declarado Conjunto Histórico-Artístico. En este pueblo se rompe la estructura lineal de las demás villas, y presenta una forma urbanística triangular.
Su origen medieval fue en un pequeño cerro, luego empezó a crecer y desarrollarse por las laderas del río. Calles empinadas, vías laberínticas y callejones conforma su estructura y evocan su diseño medieval de judería. Esta localidad, junto a Hervás, tuvo una de las mayores poblaciones de judios hasta su expulsión en 1492.
La iglesia de San Miguel Arcángel se encuentra asentada sobre el solar de la que fuera sinagoga de los hebreos. Los dos puertas de acceso son bastantes sobrias, sin apenas decoración. La torre de campanas adosada a la construcción es más antigua que el resto de la obra que se hizo durante el siglo XVII. No pudimos visitar su interior porque siempre se encuentra cerrada, excepto en el horario de misa.
Y seguimos teniendo vistas maravillosas a los campos de cerezos plantados en terrazas en la ladera del monte. Si uno es muy aficionado a la cereza, en Cabezuela del Valle, tiene su museo donde se aprende mucho sobre las distintas variedades de cerezos, los tiempos de maduración del fruto según la altitud en la que se encuentren los árboles, en fin, todo sobre los cerezos y las cerezas.
Continuamos nuestra ruta y emprendimos la marcha al siguiente pueblo del valle, JERTE. El pueblo se sitúa a unos 600 metros de altitud. Como en las anteriores localidades del valle su encanto radica en el atractivo paisaje donde se enmarca, teniendo algunos atractivos muy conocidos como la Garganta del Diablo. Otra curiosidad de este bello pueblo es que con algo menos de 1400 habitantes es que parece ser el lugar de España con más número de bares por habitante, uno por cada cuarenta personas. Nos parece un poco exagerado pero ni lo comprobamos ni podemos desmentirlo.
La primera noticia escrita sobre el pueblo de Jerte aparecen en un documento del “Concejo de Jerte ” en la segunda mitad del siglo XVI, además ostenta el título de villa concedido por Carlos II en el último año del siglo XVII. Encontramos varias placas en las que se rememora uno de las grandes acontecimientos en esta población en 1809 y no fue otra que el enfrentamiento de todo el pueblo contra las tropas de Napoleón. La gesta no terminó demasiado bien ya que el pueblo fue saqueado y quemado.
A pesar de estos acontecimientos en pueblo de Jerte, o mejor dicho la villa de Jerte, invita a dar un paseo por sus callejuelas cargadas de el aire típico de la zona donde abundan las casas con entramados de adobe y madera.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de estilo barroco del siglo XVIII se encuentra en el centro del pueblo y se construyó sobre los restos de una antigua ermita, tampoco pudimos visitarla porque se encontraba cerrada.
Otro de los lugares atractivos es el Parque del Nogalón, situado junto al río y sus piscinas naturales.
En la cabecera del Valle del Jerte, TORNAVACAS ha estado históricamente muy marcada por su condición fronteriza con Castilla. Participó en la Reconquista adquiriendo escudo y su nombre debido a que con teas encendidas en los cuernos, las vacas del pueblo fueron lanzadas de noche contra el ejército moro, provocando una gran confusión y siendo causa de su derrota. El rey Ramiro II agradeció la gesta cambiando el nombre al pueblo por el de Tornavacas (Tornan las vacas).
En la arquitectura popular predominan vivienda entramadas, con edificios levantados enteramente con piedras. Son casas altas y profundas, con balcones de escaso vuelo pero donde siempre hay sitio para adornar con flores. Aquí nos quedamos sin batería en la cámara y solo tenemos esta fotografía, aunque pensamos que no está nada mal....
Y seguimos con los campos de cerezos plantados en terraza que nos alegraba la vista y el espíritu, aunque las nubes estaban cada vez más amenazantes y nos faltaba todavía subir el PUERTO DE TORNAVACAS para llegar al "Mirador del Jerte". El tiempo había empeorado, el viento y la lluvia que hacía en el mirador del Puerto de Tornavacas, ya a una altitud de 1274 metros, nos impidió obtener unas buenas fotos del Valle del Jerte, pero eso suele ocurrir y ya finalizando el viaje fue lo de menos, habíamos disfrutado, por segunda vez de esta experiencia única.
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