Después de haber contemplado el magnífico paisaje de las Bardenas Reales, nos dirigimos a Tudela, una de las ciudades de origen islámico más importantes de España y de Europa, pasamos el puente sobre el río Ebro y antes de llegar al centro de la ciudad, aparcamos nuestro coche en la junto a la ribera del río.
Tudela es la segunda ciudad más grande de Navarra y cuenta con un importante casco histórico con iglesias y palacios antiguo, así como una juderías más grandes de España. El núcleo urbano surgió a comienzos del siglo IX por iniciativa árabe. La Medina se situaba entre el Cerro de Santa Bárbara donde existía un imponente castillo, hoy presidido por el monumento al Sagrado Corazón.
La población creció muy pronto y en los siglos IX y X es cuando posiblemente tiene lugar la llegada de los judíos a Tudela, llegando a ser la judería más importante del reino.
En el momento de la reconquista de Tudela por Alfonso I el Batallador y en la capitulación suscrita con los musulmanes, el rey ofreció a éstos respetar sus bienes, formas de vida y estatuto jurídico, de esta manera convivieron durante más de 400 años, musulmanes, judíos y mozárabes, quienes imprimieron a la ciudad un mestizaje cultural reflejado en sus monumentales edificios. La restauración cristiana de la ciudad comportó una rápida proliferación de edificios religiosos.
El monumento más importante de la ciudad es la Catedral de Santa María, una mezcla de estilos arquitectónicos que fue originariamente construida en el siglo XI sobre los restos de una antigua mezquita. Es monumento nacional desde 1884 destacando el claustro románico, el templo gótico y las capillas barrocas.
La Catedral situada en pleno casco antiguo de la ciudad tiene tres puertas de acceso, todas ellas románicas. La más antigua es la Puerta de la Virgen y sus capiteles narran los milagros de Cristo; al norte la Puerta de la Virgen María y la más imponente es la puerta del Juicio Final.
La puerta del Juicio Final, obra cumbre de la escultura del siglo XIII, donde a la izquierda se representa el paraíso, y a la derecha significativas escenas de un despiadado infierno y que resulta prácticamente imposible fotografiar por encontrarse encajona en calles estrechísimas.
El interior de la Catedral es espectacular, el coro, la sillería, el órgano, su retablo, la luz a través de sus vidrieras. Consta de tres naves de cuatro tramos, un gran crucero de cinco tramos y una cabecera quíntuple con un profundo ábside central presidido por un gran retablo del siglo XV.
La sillería del coro fue tallada por el francés Esteban de Obray y tiene 86 asientos. En ela silla central hay un grabado de dos cuervos picando los ojos de una cabeza de hombre; parece ser que Esteban de Obray tuvo un problema con el pago de su obra y esculpió esta curiosa talla, haciendo referencia al famoso refrán: "Cría cuervos y te sacarán los ojos".
Paseando por el interior del sobrio templo gótico nos sorprendieron las capillas barrocas o más bien churriguerescas de Santa Ana y del Espíritu Santo, que poseen bóvedas con linternas recubiertas de mármoles y elaboradas yeserías con multitud de ángeles, querubines y adornos florales.
Impresionante es la capilla de Nuestra señora de la Esperanza que contiene un maravilloso sepulcro tallado en alabastro policromado de estilo gótico de comienzos del siglo XV.
El templo se remata con una torre románica a un lado de la Puerta del juicio y otra gran torre renacentista de ladrillo, también se aprecia desde este lado de la Catedral de Santa María la tercera puerta románica de la catedral.
Salimos de la Catedral con intención de comer algo ligero ya que estábamos de camino de regreso a Madrid. De la oferta gastronómica tudelana destaca la verdura por su variedad y calidad: cogollos, espárragos, alcachofas... y su plato estrella: la menestra de verduras. Pero optamos por comer algunos deliciosos pinchos.
Una vez relajado nuestro estómago, fuimos en dirección a la Plaza de los Fueros, incluida en la lista de las plazas más bonitas de España, un fantástico lugar que separa la parte nueva de la ciudad del casco antiguo. Destinada para las corridas de toros en el siglo XVII, actualmente es el escenario de los acontecimientos más importantes de la ciudad.
Sobresale sobre la uniformidad de las fachadas de los edificios que la rodean la Casa del Reloj que preside la plaza. Una plaza que anima al visitante a coger la cámara e inmortalizar cada rincón de ella.
Las placas cerámicas que adornan las fachadas (más de 60) fueron instaladas entre 1966 y 1971 por el ceramista Anselmo Jiménez Blanco, ya fallecido al que su pueblo le recuerda con una placa conmemorativa.
Su primer cometido fue acoger las corridas de toros que hasta entonces se celebraban en la plaza de la Catedral y que habían sido prohibidas por el Cabildo por tratarse de un lugar sagrado.
En 1921 se decidió ornamentar la plaza con un kiosco de música ubicado en su parte central que durante la época estival llena de música y alegría los atardeceres. La plaza alberga las cafeterías y bares más tradicionales y con solera de la ciudad, y sus animadas terrazas te invitan a tomar algo al aire libre. A lo largo de su historia ha sido y es el punto de encuentro de varias generaciones y visitantes.
Y nos quedaba el tiempo justo para volver al coche y emprender el camino de regreso. Lo hicimos pasando por unos edificios que si bien no tenían ningún valor arquitectónico, en sus fachadas lucían con colores vivos varios murales de arte urbano.
El "Avant Garde" traducido como "Vanguardia" es un movimiento artístico en el que las obras se caracterizan por ser innovadoras o experimentales y se han plasmado en las paredes de esta ciudad gracias a los festivales artísticos callejeros que se han desarrollado en Tudela, que han dejado tal cantidad de murales que incluso hay una ruta turística de "Avant Garde" de casi 4 km de recorrido. Nosotros solo pudimos observar las que os mostramos en las fotos.
Y ya que teníamos el coche aparcado cerca de la ribera del río Ebro, nos acercamos a leer alguna de las placas que están instaladas allí y de paso contemplar las vistas que se pueden observar desde allí.
Esas fueron nuestras últimas visitas de un viaje a Navarra que nos encantó y nos sorprendió gratamente. Esperamos que a vosotros también os haya gustado leer nuestros artículos.
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