Reikiavik, la capital de Islandia, se encuentra en la costa del suroeste del país y es la ciudad con más población, casi un tercio de islandeses viven en ella. Es una ciudad muy agradable con casas bajas y llenas de colorido, con un paseo junto al mar que lo va bordeando y algunos museos muy interesantes. Una ciudad que nos sorprendió para bien y a la que hay que dedicarle al menos un día. La ruta de nuestro viaje a Islandia de cinco días desde Reikiavik la podéis leer en Islandia, Dinamarca y Suecia: planificación, hoteles y ruta.
Calle Laugavegur
Las calles Laekjargata y Skolavordustigur, junto a Laugavegur donde se encontraba nuestro hotel son quizás de las más bonitas de la ciudad. Laugavegur es la más conocida, aquí se encuentra la Oficina de Turismo, que por cierto trabajaba un español, muestras de arte callejero, casitas antiguas y nuestro hotel.
Hotel Frón, un hotel muy recomendable en el que pasamos cuatro noches. Elegimos una habitación triple, con un desayuno excepcional y un restaurante de comida islandesa en el que cenamos la última noche bastante bien, la habitación tenía una mini cocina que utilizamos casi todos los días para prepararnos a cena ya que vistos los precios compramos viandas en un supermercado Bonus a 150 metros; importante fue también para nosotras que estaba a unos 300 metros de la parada del bus 6 donde nos recogían cada mañana para las excursiones. Lo que no me gustó fue la señora de la recepción que no podía ser más antipática. ¡Pero no todo puede ser perfecto!
En definitiva, estábamos en una de las calles más alternativas de la ciudad, mini tiendas de diseñadores, alguna galería de arte, bicicletas de colores imposibles, suelos pintados, grafitis. Un lugar por el que perderse en esta ciudad de Reikiavik.
Escultura Viajero del Sol o Sólfar
La idea de su escultor fue representar un barco vikingo pero a mí me recordaba una ballena, cosas de quién mira. Se encuentra en el paseo marítimo, las olas del Atlántico la acompañan y las montañas de fondo. Fue creada en los años 80 para conmemorar los 200 años de la constitución. Su autor el escultor artista Jón Gunnar Árnason que ha visto cómo se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad, porque además se encuentra en una bahía preciosa.
Puerto viejo
El puerto viejo es uno de los lugares más hermosos de la ciudad y si la luz acompaña es doblemente hermoso. Hoy las casas de madera llenas de color de los pescadores se han convertido en pequeños restaurantes de pescado y marisco, con unos precios que asustan solo con mirarlos en las cartas; también desde aquí salen las excursiones para ver los famosos frailecillos o las ballenas jorobadas que fue la excursión que nosotros hicimos y que fue absolutamente impresionante.
Si tu visita es en sábado o domingo, nosotras no lo pudimos conocer, aquí montan el mercadillo Kolaportid, con puestos que venden de todo, desde ropa a comida local. Buscamos el famoso carrito de perritos calientes que hay en la zona, famoso porque lo visitó Bill Clinton, pero no lo encontramos; no supimos si había cerrado por la pandemia y no había reabierto todavía.
Harpa
Es un edificio moderno creado en 2011 para conferencias y conciertos, está situado en el paseo marítimo, junto al mar, entre el Puerto Viejo y la escultura del Viajero del Sol. No pudimos visitarlo por dentro porque en los días que estuvimos en la ciudad cerraba pronto y tampoco iluminado de noche ya que en junio apenas hay unas dos horas de noche y coincide con la madrugada, nos acostábamos de día y los levantábamos con el sol ya alto. Su imagen desde el puerto es preciosa.
Iglesia Hallgrímskirkja
La Iglesia de Hallgrímskirkja es de culto luterano, con su torre de casi 74 metros la convierte en la iglesia más alta del país y en uno de los edificios más alto de la ciudad, viéndose desde cualquier lugar. Fue diseñada por Guðjón Samúelsson con un estilo muy islandés ya que el arquitecto se inspiró en las columnas de basalto tan abundantes en la isla y su nombre es el de un poeta nacional. Se consagro en los años ochenta del siglo pasado y su visita es gratuita.
Algunos dicen que es un edificio impresionante pero a mí, personalmente, no me gustó mucho, ni en su exterior ni el interior en exceso austero en el que destaca su órgano con más de cinco mil tubos. Se puede subir a la torre previo pago y tiene ascensor, nosotras no lo hicimos porque en nuestra siguiente visita tendríamos unas vistas similares.
La Iglesia de Hallgrímskirkja se encuentra en la Plaza de Austurvöllur y en ella también está la estatua Leif Eriksson, hijo de Erik el Rojo y un regalo de Estados Unidos al pueblo islandés para conmemorar la creación del parlamento islandés en el siglo IX.
Museo Perlan
El Museo Perlan se encuentra en las afueras de la ciudad elevado sobre una colina con las mejores vistas de la ciudad a 360 grados. Es un edificio muy original, que antes de convertirse en museo se usaba como almacenamiento de agua caliente para la ciudad.
A él llegamos caminando desde la iglesia Hallgrímskirkja ya que no hay mucha distancia aunque es un poco dificultoso encontrar paso de peatones para cruzar en una parte del camino. La entrada, como todo en este país, es cara y más si además de visitar el museo quieres entrar al planetario y visitar la reproducción de la cueva ya que se paga aparte.
Primero recorrimos las distintas salas en varios pisos donde de forma muy didáctica se explica la geología de la isla, los volcanes, fenómenos geotermales, la fauna y un sinfín de elementos más para conocer este país. La siguiente visita dentro del Museo, te adjudican hora de visita, fue la reproducción de una de las tantas cuevas de hielo que tiene el país. Nos gustó mucho realizar este mini recorrido pero ya advertían que había que entrar muy abrigado porque la temperatura en el interior sobrepasaba los diez grados bajo cero y sin duda no exageraban porque salimos de allí absolutamente heladas.
Seguimos la visita y entramos en el planetario, aquí bien cómodas y calentitas asistimos a la reproducción de lo que son los cielos en Islandia en época de auroras boreales que se pueden ver desde finales de agosto hasta la primavera. Nos encantó y merece mucho la pena.
La última parada dentro del Perlan, fue su última planta presidida por una cúpula de cristal enorme donde hay restaurantes y una terraza que puedes recorrer íntegramente y ver la espectacularidad del paisaje que rodea la ciudad de Reikiavik. Como era la hora de comer, decidimos hacerlo aquí y descansar del día de visitas que llevábamos; interesante que sepáis que la cúpula es giratoria y mientras comes o tomas un café y algunas de las magníficas tartas, ella se encarga de que vayas viendo toda la ciudad a tus pies.
De regreso al centro de la ciudad todavía recorrimos algunas calles preciosas, entramos en una librería, vimos varias tiendas de diseño y un sinfín de casitas de colores rodeadas de jardines y profusamente decoradas con flores.
De vuelta a nuestro hotel, ya nos quedaba esperar a nuestro taxi para llevarnos al aeropuerto de Keflavik, que está a casi una hora de la ciudad, pues este viaje de nueve días estaba llegando a su fin. Volveríamos a Madrid en un vuelo nocturno de Vueling con escala en Barcelona.
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