El Parque Natural del Valle del Guadiana para conocer la Cascada o rápidos de Pulo do Lobo, un lugar donde el Guadiana pierde la placidez de la llanura para seguir su curso entre rocas y saltos de agua para llegar hasta Mértola, hermosa población acunada por el Guadiana, incluida por la Unesco en Lista Indicativa en el año 2017, serían nuestras siguientes paradas en la Ruta en coche por el Medio y Bajo Alentejo.
Cargados de amor alentejano abandonábamos Beja para adentrarnos en el Parque Natural del Valle del Guadiana, declarado como tal por el gobierno portugués en el año 1995 abarcando los municipios de Mértola y Serpa. uno de sus mayores atractivos son las Cascada o rápidos de Pulo do Lobo, donde el Guadiana discurre en una garganta rocosa y cae desde una altura de más de 20 metros.
El acceso, al menos en el momento de nuestra visita, a esta joya natural se hace a través de una propiedad privada y cuando llegas has de bajarte y abrir las puertas para poder continuar con el coche un tramo no muy largo ya. Como veis en la fotografía y en varios idiomas te advierten que cierres las puertas. Nosotros muy obedientes lo hicimos
Aparcado el coche emprendimos el camino marcado hasta llegar a los saltos de agua, que son sin duda uno de los tramos más espectaculares del Guadiana. El nombre de Pulo do lobo parece que se basa en una leyenda que dice que el cauce aquí se estrecha tanto que un lobo podría saltarlo. El Premio Nobel de Literatura portugués, José Saramago, mencionó este lugar en el su libro Viaje a Portugal.
En unos 18 kilómetros llegábamos a Mértola con una situación espectacular, elevada sobre unas colinas rocosas por encima del río Guadiana, que aquí discurre ya muy apacible, aunque eso lo disfrutaríamos a la mañana siguiente porque el pueblo nos recibió con una puesta de sol preciosa.
Nos alojamos en el Hotel Paraíso del Río, muy bien ubicado, sencillo pero con unas vistas al río y a la ciudad que quitaba el sentido y pedía quedarte allí varios días. Lo primero tras tomar posesión de la habitación y darnos una sesión de higiene porque a pesar de ser mediados de octubre habíamos llegado durante el día casi a los 38 grados, esto sin exagerar. Lo segundo era cenar en un pequeño restaurante, La Esquina, que nos recomendaron en el hotel para seguir degustando comida alentejana.
Todavía tuvimos fuerzas para dar un paseo nocturno por las empinadas calles de Mértola y conocer un poco de su historia ya que estuvo habitada desde el neolítico, pasaron Romanos, Visigodos, Musulmanes, Cristianos; un paseo para descubrir los restos de la presencia de grandes civilizaciones, un delicioso deambular por las calles empedradas de la Mértola.
Amanecimos temprano porque teníamos un último día de viaje muy ambicioso y había que aprovecharlo, las vistas desde nuestra habitación del castillo y del río eran increíblemente espectaculares.
No digáis que este pueblo alentejano no tiene a su alrededor un marco natural inigualable y nos dijeron que en verano hay un barquito que hace recorridos por el río. Pero es que este río Guadiana ha sido el hilo conductor de la historia de la localidad, por las excavaciones se sabe que fue uno de los puertos fluviales más importantes del Mediterráneo. Aquí llegaron fenicios, los romanos las llamaron Mirtylis Iulia, visigodos y la invasión musulmana en el siglo VIII la llamó Martulah y fue el puerto fluvial mas importante del oeste e incluso fue tal su desarrollo y poder que fue la capital de un pequeño emirato llamado la Taifa de Martulah. Llegó la reconquista cristiana en 1238 y Mértola siguió su desarrollo, pero esto ya es para otra ocasión.
El Castillo de Mértola, visible desde cualquier lugar, se levantó en el medievo por el el rey Joao Fernandes, Maestro de la Orden de Santiago, en el año 1292 sobre antiguas fortificaciones romanas y musulmanas, sufrió muchas transformaciones pero hoy sigue siendo imponente. a sus pies una iglesia construida sobre la antigua mezquita
Esta iglesia es la Iglesia Mayor de Mértola, consagrada a Nuestra Señora de la Anunciación. Fue mezquita hasta la reconquista en el siglo XIII que se convirtió en iglesia pero por suerte mantuvo la estrectura del templo musulmán, las puertas de arco de herradura y el mihrab.
Hay mucho más que ver en esta localidad como el convento de San Francisco, la Torre del Reloj y algún que otro museo, pero nosotros ya volvimos a por el coche y decidimos recorrerla por sus alrededores buscando las imágenes del pueblo con el río Guadiana. Mértola es llamado por muchos, Pueblo Museo y desde luego que razón no les falta, adentrase en su laberinto de calles encaladas es una maravilla.
Seguimos ruta porque teníamos todavía que conocer Serpa y Monsáraz antes de regresar a Badajoz, pero en la salida nos encontramos el pozo inundado en la Mina de Sao Domingos y cerca también la playa fluvial de Albufeira.
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