ACTUALIZADO en diciembre de 2021 ya que la Unesco en su reunión de Paris, decidió incluir La fiesta de las Flores de Campo Maior dentro del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en Portugal. ENHORABUENA a esta hermosa localidad y si en 2022 la realizan allí estaré para volver a disfrutar de este gran espectáculo.
Habíamos llegado a Badajoz para visitar a nuestra familia, esperando pasar un fin de semana tranquilo en su casa, pero nos tenían preparada una sorpresa. Iríamos a la cercana Portugal a visitar la localidad de Campo Maior para disfrutar de sus fiestas. Teníamos una ligera idea de aquello, pero como hacía más de siete años que no se celebraba la famosa Fiesta de las Flores de Papel, nos pareció una excelente idea acercarnos hasta allí y disfrutar de esos festejos. Al día siguiente de nuestra llegada, fuimos en coche hasta Campo Maior, pueblo portugués fronterizo localizado a poco menos de 20 kilómetros de Badajoz. Nada más llegar nos sorprendió la gran cantidad de coches que habían llegado hasta allí y pensamos lo que siempre pasa por la cabeza en esos momentos.... ¡Si hay tanta gente es que valdrá la pena!
La Fiesta de las Flores se celebra desde hace 125 años en honor de San Juan Bautista, si bien ha sido en los últimos tres decenios cuando mayor ha sido su desarrollo y su realización es muy particular ya que es un evento sin frecuencia definida, cuando a los lugareños les entra morriña deciden ponerse manos a la obra. El intervalo entre ediciones es normalmente de 4 años, aunque estuvo 7 años sin celebrarse hasta el 2011. Dado que la última edición fue en 2015, se espera que la próxima se produzca en 2019. Estad atentos porque son muy bonitas y si además se completa con algunos de los bellos lugares del Alentejo, mejor que mejor.
La actividad es frenética en la localidad portuguesa de Campo Maior, durante nueve días, en la última semana de Agosto y primera de Septiembre, estas fiestas también conocidas como Festas do Povo (Fiestas del Pueblo) en el año 2015 presentó su candidatura para que la Unesco la declare Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Y llegamos por fin al pueblo típico alentejano, donde las calles lucen por el color generado por miles de flores de papel confeccionadas por sus propios vecinos.
La fiesta comienza con la noche mágica de la "enramaçao", cuando los vecinos de Campo Maior cierran las calles para decorarlas y conseguir que el sábado, a las siete de la mañana, este pueblo sea un auténtico "jardín de papel". Las calles serán engalanadas con motivos muy diferentes. En el origen de la fiesta, era el pueblo el que sufragaba el coste, básicamente se utilizaba papel de periódico y pasta de harina. Hoy en día el Ayuntamiento facilita cantidad ingente de material para la elaboración de los adornos que lucirán sus calles.
En cada edición, la creatividad de los vecinos se supera y el espectáculo de calidad, de color, de luz, de sentimientos y de vivencias se despliega en sus calles. No existe rivalidad entre las rúas, pero sí mantienen en secreto el motivo de los adornos, cuyos detalles se ocultan hasta que son colocados. En la portada de cada calle se anuncia el motivo principal del engalanado.
El presupuesto de la fiesta supera el millón de euros, la mitad se va en material y el resto para gastos de logística, como la vigilancia y toda la infraestructura necesaria para que esta celebración soporte la avalancha de visitantes, que suele estar entre 700.000 a 1.000.000 de foráneos.
El impacto socioeconómico de esta fiesta en su entorno es impresionante. Solo un dato: los hoteles de los municipios más cercanos, entre ellos todos los de Badajoz, están prácticamente llenos durante los nueve días que duran las fiestas.
Campo Maior engalana sus calles con flores hechas con papel, formando composiciones alegres y llenas de color, además de adornos varios que se reparten por doquier, en cada rincón, en cada esquina, en cada balcón, en cada puerta. Una maravilla única en el mundo y que desde luego merece la pena ver y disfrutar.
Para decorar cada una de las calles se necesitan alrededor de ocho meses de trabajo voluntario de los lugareños, por lo que es imposible que esta fiesta se celebre todos los años, por el esfuerzo que supone. Tal y como figura en los folletos del Ayuntamiento "el gran éxito de la fiesta se debe a la sorprendente variedad de la decoración de las calles, verdaderas obras de arte, laboriosas y de gran belleza, un verdadero patrimonio cultural único en el mundo."
Para esta magnífica decoración del pueblo intervienen más de 7.500 vecinos, de carácter amable y abierto que ofrecen un folleto en el cual puedes ir rellenando con un sello las calles que has ido visitando, para hacer más fácil y agradable la visita ya que el pueblo durante las fiestas se convierte en un laberinto de flores.
Los encalados blancos de las fachadas de las casas se funden con los coloridos doseles colmados de flores de papel, cubriendo con una mágica y acogedora penumbra a los cientos de visitantes que pasean por sus calles o rúas.
Las calles con diversidad de motivos decorativos y tonalidades diferentes se convierten en un libro viviente en el que el visitante se sumerge y experimenta la sensación de ser el figurante o protagonista de una fábula, un cuento o de una fantasía.
En la edición en la que fuimos nosotros, en 2011, se decoraron un total de 104 calles, es decir, una longitud lineal total de 20 kilómetros y se usaron casi 30 toneladas de material. Un trabajo ingente pero reconocido con los miles de visitantes que llegamos hasta allí.
Las calles se cubren de tal manera que a veces no se deja ver el sol, cosa que se agradece pues en las fechas en las que se celebra, el calor es a veces asfixiante.
En estos días la vida de los vecinos transcurre en la calle, ellos se reúnen alrededor de una mesa para comer o cenar y trasmiten su alegría de estar juntos, pues al fin y al cabo han sido más de siete meses de trabajo y en esas fechas les toca relajarse y disfrutar al máximo el resultado de su labor.
Y si son maravillosas las calles cubiertas y entramadas, lo son también las encantadoras y suaves melodías que se escucha al pasear por ellas, desde fados hasta modhinas brasileñas. Una verdadera gozada el paseo por el centro histórico de Campo Maior.
Las fiestas culminan en una ceremonia final donde de forma testimonial se queman algunas flores por parte de los vecinos y por su parte, las autoridades y visitantes agradecen el esfuerzo realizado. Una sensación de agradecimiento es también la que sentimos después de haber acudido hasta Campo Maior para disfrutar de estas excepcionales fiestas.
