Costa Rica es un país de América Central con una geografía muy accidentada, su biodiversidad es enorme encontrándose en él un 5% de la fauna y flora conocida del mundo y más de dos mil tipos de orquídeas que le ha valido el sobrenombre de “Pura Vida”, está bañado por las aguas del Caribe y por las del Pacífico. Tiene unos cinco millones de habitantes de los cuales casi tres viven en San José, su capital, y su área metropolitana; está ubicada en la zona central del país convirtiendo a San José en el centro político, económico y social más importante del territorio costarricense, así como el nudo principal para el transporte y las telecomunicaciones.
Algunos datos prácticos antes de viajar:
Documentación: Los españoles solo necesitamos el pasaporte con una vigencia de seis meses, mostrar el billete (en bus, avión o barco) de salida del país y llevar un seguro médico.
Requisitos para viajar en tiempo Covid: A lo anterior en época de pandemia es necesario estar vacunado para evitar PCR y hay que rellenar en las 72 horas anteriores al viaje un PASE DE SALUD, que te pedirán sí o sí para hacer las tarjetas de embarque de tu vuelo. Os aconsejo que lo tengáis en el móvil en formato JPG porque los PDF la página no los carga. Conviene que comprobéis los datos porque en el momento de redactar este relato todos los requisitos han sido derogados desde el 1 de abril: "A partir del 01 de Abril del 2022 no serán requisitos completar el Pase de Salud, comprar seguro o póliza o presentar carnet de vacunación para el ingreso a Costa Rica" pero esto en cualquier momento puede volver a cambiar.
Diferencia horaria: en marzo eran 7 horas menos y con nuestro horario de verano son 8 horas menos.
Idioma: Español, aunque se habla inglés en todo el país.
Electricidad: el voltaje común es 120 V con clavijas y enchufes planos con lo que deberás llevar un adaptador.
Moneda: El colón o colono es su moneda oficial, el cambio en mi viaje fue de 700 colonos por euro. También admiten dólares e incluso euros siempre que no sea en monedas.
Oros datos interesantes y curiosos de Costa Rica:
La tasa de alfabetización supera el 97 % y es el país de América Latina con una mayor esperanza de vida, superando los 80 años.
No tiene ejército profesional desde 1948 y se consideran neutrales en todos los conflictos internacionales. Pero no nos engañemos, tiene cuerpos policiales especiales que cumplen la misma función que el ejército.
Algo menos de la mitad de su territorio es zona protegida o parques nacionales que explotan turísticamente a precios altísimos, lo que hace que en un viaje a este país se centre en la naturaleza y queden prácticamente olvidados los aspectos culturales, que los deben tener pero que yo no tuve la suerte de conocer.
El gentilicio de Costa Rica es costarricense, aunque ellos se denominan Ticos. Parece ser que la Guerra de América Central entre 1856-1857, los aliados de Costa Rica notaron que tenían la costumbre de agregar este sufijo «tico» al final de algunas palabras, como pequeñítico o azulítico y empezaron a llamarlos Ticos.
Como país tropical posee dos estaciones principales, la estación seca y la estación de las lluvias. La estación seca va de diciembre a abril, mientras que la época de lluvias va de mayo y noviembre, aunque es posible que llueva y mucho en la época seca. Mi viaje fue en marzo de 2022, el primero del año, y tuve suerte porque tan solo llovió una tarde, eso sí, de forma torrencial.
El plato estrella del país es el “casado” que comimos en todas sus variedades, bien de pescado o de res, y tipos de presentaciones.
Ruta y hoteles en Costa Rica
DE MADRID A SAN JOSÉ DE COSTA RICA
Nuestro viaje, digo nuestro porque me acompañó mi amiga y casi hermana Concha que irá apareciendo en este relato, comenzaba un 14 de marzo de 2022 en un Madrid tempestuoso para tomar el vuelo de Iberia que nos llevaría en once horas a San José, la capital de Costa Rica desde 1823. Un vuelo relativamente cómodo aunque a mí los vuelos de día, salimos de Madrid a las 11,30 horas y 8489 kilómetros, se me hacen pesados y cansinos pero es lo que hay cuando uno viaja. Aterrizábamos en Aeropuerto Internacional Juan Santamaría en Costa Rica sobre las 15,30 horas y los trámites de salida fueron relativamente rápidos así como la salida del equipaje. Llegábamos a nuestro hotel casi a las seis de la tarde cuando estaba anocheciendo.
Nos alojamos en el Hotel Sleep Inn en el Paseo de las Damas en pleno centro de la ciudad, aunque tras la cena lo que tocaba era hacer uso de la cama y tampoco invitaba a salir la cantidad de guardias de seguridad que había en el acceso no sé muy bien si por seguridad por el casino que había, aquí cambiamos euros a colonos, o porque como nos dijeron la ciudad de noche no era muy aconsejable recorrerla. El hotel no está mal pero no me gustan las habitaciones que no puedes abrir las ventanas y por el calor toca dormir con el aire acondicionado encendido.
DE SAN JOSÉ AL PUEBLO DE LA FORTUNA
Con un jet lag tremendo a las 5,30 de la mañana estaba en los jardines del hotel buscando el rinconcito en el que se podía fumar, tras el desayuno el día se presentaba interesante con la visita de la ciudad de San José por la mañana, conoceríamos una plantación de piña ecológica que me pareció interesantísima y llegaríamos al pueblo de La Fortuna presidido por el volcán Arenal.
A las 8 estábamos listos para emprender el paseo por la ciudad de San José, he de decir que me sorprendió gratamente lo que conocimos pues tienen el centro muy arreglado y limpio. Nuestro paseo empezó por el Mercado Central de la ciudad construido en 1880, lleno de pequeños pasillos donde se puede encontrar de todo y con un buen número de pequeños restaurantes, llamados sodas, que ofrecen comidas tradicionales a precios baratos.
Seguimos desde el mercado por la Avenida 3 hasta el edificio de Correos y Telégrafos, un edificio ecléctico inaugurado en 1917, hoy Museo Filatélico, el edificio Herdocia de la misma época que fue en su momento un comercio o el edificio Ollé de 1920 que hoy es el Banco Nacional de Costa Rica y que se considera el mejor ejemplo de la ciudad de arquitectura neoclásica del capitalismo criollo.
En el Parque Central bajo la sombra de los enormes guanacastes se encuentra el templete de música, que ellos llaman pabellón, la Catedral Metropolitana construida en 1871 ya que la anterior fue destruida por un terremoto a principios del siglo y cierra la plaza el Teatro popular Melico Salazar. Y banderas del país las había de todos los formatos y tamaños por toda la ciudad.
En nuestra ruta también vimos multitud de esculturas y es que la ciudad de San José está llena de ellas. En una pequeña explanada frente al edificio del Banco Central conocimos el Monumento a los Presentes, realizado en bronce por Fernando Calvo, es un conjunto de ocho figuras que homenajea a los constructores de Costa Rica y todos tienen unas caras de pocos amigos; en la Avenida Central está el busto de Don José María Castro Madriz, primer presidente de la República de Costa Rica que declaró al país república soberana e independiente en 1848 y en la misma Avenida Central nos topamos con la estatua de La Chola, el personaje más querido por los costarricenses, un homenaje a las mujer guanacasteca hecho en bronce realizada por Manuel Vargas que mide más de dos metros y pesa unos 500 kilos.
La siguiente parada fue en la Plaza de Cultura para conocer el Teatro Nacional, sin duda la joya arquitectónica costarricense, inspirado en la ópera de París, que debe su existencia a una cuestión de orgullo nacional cuando en 1890 la diva Adelina Patti excluyó de su gira al país por no tener un teatro digno de su categoría. Así la aristocracia puso un impuesto extra a las exportaciones de café y en 1987 inauguraron este edificio con la obra de Fausto a cargo la compañía parisina.
Y cuando pensábamos que nuestra siguiente visita sería el Museo del oro Precolombino, estábamos en la puerta y venía incluido en la ruta, el tico que llevábamos de guía se lo saltó sin dar explicaciones ni atender a razones, resignadas pusimos rumbo al autobús. Pero antes de dejar San José contaros un dato curioso y es que esta ciudad fue la tercera del mundo en instalar alumbrado público en 1884, solo por detrás de Nueva York y París.
Decepcionada seguimos ruta hacia el norte del país, atravesando paisajes hermosos en la llamada zona verde de Costa Rica, como a una hora y media paramos en la zona de Sarapique a comer un hotel en plena naturaleza, los colores increíbles y casi imposibles de las flores ya me habían conquistado en este segundo día de viaje.
La siguiente parada fue en una plantación ecológica de piñas que me parecía una pérdida importante de tiempo pero que finalmente fue una de las cosas más interesantes que hice durante el viaje, quizás tuvo mucho que ver Ronaldo propietario de la plantación y nuestro guía en el paseo por el lugar donde aprendimos mucho sobre las piñas. Una actividad muy recomendable.
Cayendo la tarde llegábamos al pueblo de La Fortuna de San Carlos, presidido por el Volcán Arenal que mantuvo durante los dos días en la zona una corona de nubes que no nos dejó ver su inmensidad. El pueblo es pequeñito pero con mucha vida: supermercados, agencias de viaje vendiendo excursiones, restaurantes, hoteles y poco más. Interesante pasear por sus calles y comer o cenar en algunos de sus múltiples restaurantes como haríamos al día siguiente.
El hotel para las dos noches siguientes, como a un kilómetro del pueblo, fue el Arenal Country Inn para mí el mejor de todo el viaje y no por lujo que no lo era sino por el jardín tropical en el que estaban las pequeñas casitas, la amabilidad del personal y las cenas y desayunos estuvieron bastante bien. Sin duda un hotel muy recomendable para una estancia en la zona.
VOLCÁN ARENAL
El Volcán Arenal y su Parque Ecológico serían los protagonistas del día. Este volcán es uno de los más activos del mundo, con casi 1700 metros de altitud y una antigüedad de casi siete mil años según cálculo de los geólogos, comenzó su actividad explosiva más reciente en 1968 y su última erupción fue en 2010. La ruta que lleva a la lava de 2010 fue la que hicimos, aunque yo a medio camino viendo la inclinación que tomaba el camino y que luego habría que bajar decidí dar la vuelta y no terminarla para preservar mi rodilla. La ruta discurre entre vegetación típica de los bosques lluviosos tropicales con algunos árboles casi imposibles de mirar por su altitud; el final de la ruta discurre entre rocas de lava y la vista del volcán es casi inexistente, animales ni uno vimos. No me pareció para nada una ruta espectacular si ya conoces lugares como Indonesia o los volcanes y bosques de la Isla de la Palma o los de las Islas Eolias en Italia, ya que el Arenal se ve mucho mejor desde cualquier lugar de la zona.
En la tarde me hubiera encantado ir a las termas del Hotel Tabascón pero no fue posible por falta de tiempo y es que pagar casi 90 dólares para dos o tres horas me parecía excesivo. La dueña de nuestro hotel intentó conseguirme reserva para otras algo más baratas pero tenía que irme en ese momento y los taxis de ida y vuelta eran carísimos. La solución fue pasar una tarde de relax en el agua calentita de la piscina del hotel, actualizando diario de viaje, viendo pajaritos y el volcán de forma muy cómoda.
Concha que estaba más activa que yo se fue a una opcional, entre muchas que habían ofrecido, para conocer los Puentes Colgantes del Arenal, que describe así: La ruta parte de Místico, pasada la presa del lago Arenal, y tras pasar los controles (la entrada si llegáis por vuestros medios es de 26 dólares) empieza una ruta de unos tres kilómetros con catorce puentes, ocho fijos y seis colgantes, con unas longitudes que van desde los ocho hasta los cien metros y unas altitudes de unos sesenta metros. La zona es un bosque lluvioso tropical y está protegida, aquí si vieron varias serpientes, un perezoso y una de las mejores vistas que se obtienen del volcán Arenal en la zona. La ruta le encantó.
DEL ARENAL A SANTA ELENA
Dejábamos el Arenal y el pueblecito de La Fortuna para dirigirnos hacia Monteverde donde conoceríamos el Famoso Bosque Nuboso; teníamos por delante una ruta de 120 kilómetros y casi cuatro horas de trayecto por una carretera que bordeaba el Lago Arenal con un paisaje increíble; pasamos por el pueblo de Nuevo Arenal que se construye tras las erupciones del volcán ya que el anterior quedó destruido.
Llegamos al pueblo de Santa Elena a la hora de comer, otro pueblecito muy pequeño con poco interés y unas cuestas que quitan el sentido. Comemos en un restaurante en el centro, muy bonito y con una buena carta llamado Mar y Tierra. Muy cerca está nuestro Hotel Jaguarundi Lodge que sería nuestra casa durante los dos días siguientes. Se encuentra dentro de un bosque en pleno centro de Santa Elena y son cabañas de madera de estilo rústico, el marco incomparable para haber sido un hotel magnífico pero ya la primera presentación es un cartel absolutamente desgastado que no se entiende ni el nombre, para llegar a la recepción hay que recorrer un camino mal asfaltado y sin ninguna iluminación por la noche y las cabañas por fuera muy buena pinta pero el interior mal cuidado, falta de iluminación y dudosa higiene con mantenimiento nulo. El peor hotel del viaje.
Y llegó la tarde y había más excursiones opcionales que yo no haría pero ya había buscado qué se podía hacer en el pueblo de Santa Elena y había encontrado que había un jardín de mariposas y otro de orquídeas. El jardín de orquídeas estaba a unos trescientos metros del hotel y se realizaban visitas guiadas, así pues no lo dudé y allí estaba para la visita de las tres tras pagar los 14 dólares de entrada (nada barato pero como todo en Costa Rica). El jardín es pequeñito paro tiene un gran número y variedad de especies, muchas hay que ver sus flores con lupa del tamaño tan minúsculo que tienen; una de ellas está considerara la más pequeña del mundo, Platystele microtathanta, y vive en las selvas de Costa Rica. Otras consideradas de las más grandes del mundo, las que florecen una vez al año y su flor tiene una vida de 24 horas, la llamada españolita por el color de las flores o la Guaria Morada, foto que encabeza este relato que es la flor nacional de Costa Rica. Una visita magnífica, una explosión de color y belleza en un espacio tan pequeño.
De vuelta al hotel no tardó mucho en volver Concha de su excursión a los Puentes Colgantes de Monteverde, de la que contó que fue uno de los lugares más bonitos y especiales que había conocido. Impresiona por su vegetación, helechos indescriptibles por su tamaño, árboles inmensamente altos, orquídeas por todos lados, todo ello en un recorrido de unos tres kilómetros a través de ocho puentes colgantes con una longitud algunos de 170 metros. Fauna no vieron casi ninguna más allá de algún pájaro esporádico, normal ya que la paz del lugar se veía rota “por la fauna humana surcando los cielos en tirolinas”.
MONTEVERDE
A las 8 de la mañana partíamos hacia la Reserva biológica y el Bosque nuboso de Monteverde, uno de los parques privados del país y de los más conocidos con unas 10.000 hectáreas de selva tropical virgen y gran número de fauna entre ella los quetzales que no tuvimos ocasión de ver ninguno. El bosque nuboso de Monteverde se caracteriza por su alta concentración de humedad y niebla debido a que las nubes chocan con las altas montañas y quedan retenidas en las montañas, lo mismo que el famoso mar de nubes en Canarias
Al llegar al parque hay un aparcamiento de pago y vigilado y unos microbuses lanzaderas te suben hacia la entrada del parque. Para bajar, una vez finalizada la vista, debes esperar la lanzadera y te baja hasta el aparcamiento. Es interesante llegar al parque a primera hora para encontrar a menos gente, teniendo en cuenta que normalmente abren entre las 7 de la mañana hasta las 4 de la tarde.
Lo primero que visitamos fue lo que llaman el jardín de colibríes, un lugar con comederos y agua lo que hace que veas a estos pequeños y hermosos pájaros sí o sí, hacer fotografías es ya más difícil por la rapidez con la que se mueven. Pero merece la pena observarlos, además hay una cafetería en la que te puedes sentar y verlos tranquilamente.
Nos adentramos en el Sendero del bosque nuboso, pero el día fue soleado y no había ni siquiera una pizca de bruma. El sendero es bastante fácil de realizar con ligeras subidas y bajadas de unos 2 kilómetros, interesante es pero a mí, opinión personal, me pareció una variante más de lo mismo, animales pocos vimos. En época de lluvias cuentan que los senderos están embarrados y hay que llevar chubasquero por la humedad e ir bien abrigados porque este parque se encuentra a unos 1500 metros de altitud.
DE MONTEVERDE A PUNTA LEONA
Partíamos bien de mañana, a través de la Carretera Panamericana a su paso por Costa Rica, hacia el sur del país a la zona del Pacífico. Me encantó el recorrido por esta mítica carretera, considerada la más larga del mundo, que nace en Alaska en Estados Unidos y termina en Ushuaia en Argentina aunque otros autores la derivan desde Bariloche hasta Buenos Aires, recorre el continente americano de norte a sur, atravesando 14 países, con sus casi 18.000 kilómetros o 30.000 para otros autores sumando las carreteras troncales.
Nuestra primera parada fue en el río Tarcoles, en la provincia de Puntarenas, que es el río más grande de Costa Rica y paradojas del país de la Pura Vida, el más contaminado de América. La parada fue en el puente del Tarcoles para ver los enormes cocodrilos que habitan en dicho lugar y vaya que si había unos cuantos que daban un poco de repelús a pesar de la altura.
Desde aquí nos adentramos en unos remolques hacia la zona navegable del río para hacer un paseo en barco en el que recorrimos una zona de manglares, vimos montones de aves entre ellas una garzas azules que me parecieron preciosas. Había mucha gente pescando, islotes llenos de vegetación, vacas pastando tranquilamente y cómo no paramos a ver si aparecían los cocodrilos que finalmente lo hicieron acto de presencia. ¡Me gustó bastante este paseo en barco de casi dos horas, máximo rendimiento de flora y fauna con poco esfuerzo!
Por fin llegábamos hasta Punta Leona en el Pacífico. El hotel se encontraba en el interior de un macro complejo privado con todo tipo propiedades, desde Chalets, apartamentos, una la zona llamada Selvatour donde las calles tenían nombres de países de América, eran pequeñas casas bastante acogedoras con camas cómodas, buen aire acondicionado porque el calor y la humedad superior al 80% era sofocante, toda la zona rodeada de un jardín tropical y árboles enormes. Tocaba darse un baño en el Pacífico y ver el atardecer que fue precioso, una buena forma de terminar el día.
PUNTA LEONA, PARQUE MANUEL ANTONIO, PUNTA LEONA
Casi dos horas de camino desde Punta Leona al Parque Manuel Antonio, uno de los parques más pequeños de Costa Rica pero de los más hermosos, al tener casi dos tercios del mismo ocupado por playas del Pacífico. La entrada hay que comprarla por internet y en el acceso te registran bolsos y mochilas ya que no dejan entrar comidas ni bebidas en botellas desechables, las cantimploras sí. Tampoco dejan entrar tabaco y mecheros, así pues ya sabéis, información importante para fumadores. El parque, como todos, tiene una senda en la que se suponía veríamos perezosos y monos, los primeros ni verlos y monos sí vimos muchos en un bar que hay donde sí venden comidas y bebidas, los monos no se pierden la oportunidad de atrapar lo que el feliz turista esté comiendo.
Desde aquí se baja a la hermosa playa donde se agradece un bañito en un medio precioso, el problema es que luego debes seguir lleno de arena y sin poder limpiarte. Pero bueno, el baño muy corto, todo lo planificaron penosamente, pero muy bonito.
Seguimos por otro sendero de arena paralelo a otras de las playas con imágenes del verde de los árboles, la arena y el mar realmente hermosas. Para salir del parque se hace a través de una zona de manglares con un buen camino pero sin ninguna sombra. Esta zona me gustó bastante porque al menos había contrastes entre el mar y esos árboles retorcidos contemplando el devenir de las olas.
La tarde la dedicamos a otro bañito en el mar y descansar en la habitación de los altísimos índices de humedad de la zona. El atardecer fue más suave pero le dio a la playa cierto aire irreal....
DE PUNTA LEONA AL AEROPUERTO DE SAN JOSÉ
Era nuestro último día en Costa Rica, en Punta Leona, pero aprovechamos la mañana para pasear por los inmensos jardines y bosques del hotel. Aquí con tranquilidad y sin primas conseguimos ver varias lapas rojas que están protegidas por estar en peligro de extinción, la verdad que son muy bonitos aunque difícil fotografiar con un móvil por la altitud de los árboles; visitamos un mariposario que nos gustó mucho por algunas de las especies enormes y muy difícil hacer fotografías porque están constantemente batiendo las alas.
Comida y traslado al aeropuerto de San José, un vuelo tranquilo llegando a Madrid a media mañana. Y fin del viaje a Costa Rica, un país que no me ha conquistado en absoluto. Sin duda soy amante de las piedras, de la cultura y también de la naturaleza cuando todas ellas forman una simbiosis perfecta. Pero hay que conocer de todo.
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