Habíamos salido del encantador pueblo de Lagrasse por una bella carretera que atraviesa un paisaje realmente embaucador entre montañas y vegetación agreste hasta cubrir los 15 kilómetros que lo separan de nuestro nuevo destino: El castillo de Villerouge-Termenés.
Lo curioso de este castillo es que su situación se ubica en la parte más baja del pueblo, en vez de estar en la parte más alta a ubicación de este castillo es curiosa porque en lugar de estar en la parte más alta del pueblo, está en la mas baja y eso nos extrañó mucho porque no habíamos visto nunca nada parecido.
Dejamos aparcado el coche en el parking y bajamos hacia el río donde se encontraba la fortaleza, siguiendo una vereda con pendiente pronunciada que a la vuelta nos costó subir. Por fin, vimos las indicaciones oportunas y entramos en el edificio a través de una puerta fortificada donde se suponía que está el control de acceso.
Una vez en el interior vimos una tienda de recuerdos, donde se abona la entrada (4€) y nos proponen ver un audiovisual que nos explicaría porque éste castillo que no fue cátaro se encuentra en la ruta del país cátaro. Éste es el resumen de “El mundo de Guilhem Bélibaste, último "perfecto cátaro".
Habían pasado más de cien años desde que empezara la cruzada albigense contra el catarismo en Occitania. En esta zona del sur de Francia la situación había cambiado mucho desde entonces. La monarquía francesa juntamente con la nobleza del norte había conseguido dominar el Midi francés y la Inquisición se había establecido con gran influencia y poder en los territorios occitanos, como Tolosa y Foix, que años antes fueron auténticos enclaves cátaros.
Sin embargo, durante los primeros años del siglo XIV, se produjo un resurgimiento del catarismo por parte de los hermanos Autier y su hermano Guillem, que volvieron a organizar de forma clandestina la Iglesia cátara en Occitania. La reacción de la Inquisición fue la esperada, detuvo a uno de los hermanos condenándolo a morir en la hoguera en Toulose y los cátaros emigraron, cruzando los Pirineos, hacia la Corona de Aragón para instalarse en ciudades de Cataluña y Valencia. Entre ellos, se encontraba el ordenado "perfecto" en la prisión de Carcassonne, Guilhem Belibaste, uno de los últimos cátaros conocidos en Occidente que se estableció en Morella (Castellón).
Los cátaros no creían en la jerarquía eclesiástica de los arzobispos, los cardenales y el Papa y sus sacerdotes tanto hombres como mujeres, fueron llamados "Parfaits" o "Perfectos", "cristianos perfectos". Guilhem Belibaste, empezó a organizar la clandestinidad cátara que había huido con intención de volver a poner en marcha la comunidad cátara desde el reino de Aragón, hasta que fue engañado y llevado a Languedoc, donde fue detenido y encarcelado. Su final fue ser quemado vivo en el castillo donde ahora nos encontrábamos.
La fortaleza data del siglo XII con sus torres almenadas en las cuatro esquinas y hasta la Revolución francesa perteneció a los arzobispos de Narbona, siendo siempre un bastión católico, de ahí que se quisiera ajusticiar aquí al último perfecto cátaro.
La visita es interesante porque el castillo es todo un ejemplo de arquitectura militar medieval y se encuentra en muy buenas condiciones después de la reforma que se realizó en los años noventa. Fue declarado monumento histórico en el año 1976 y se le incluyó en la ruta turística del país cátaro.
Después de recorrerlo tomamos un buen café en una terracita de un bar que se encuentra en el recinto. si queréis quedaros a comer en el castillo hay un almuerzo temático (40€ aprox) que parece interesante. Te visten de época, te sirven la comida como en el siglo XIV y se come con las manos. A nosotros nos tocaba seguir camino y una vez acabada la visita al castillo nos dirigimos hacia nuestra siguiente etapa del viaje. Toda la ruta del viaje la podéis leer en "Ruta en coche de 12 días por el País Cátaro: España, Andorra y Francia" .
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