Carcassonne es uno de los principales destinos turísticos de Francia, atrayendo un promedio de tres millones de visitantes al año, conocida por tener una ciudad fortificada entera, conocida como "La Cité", que además es el segundo monumento más visitado de Francia después de la Torre Eiffel. Carcassonne es un lugar encantador para visitar, que también tiene dos lsitios que son Patrimonio Mundial de la Humanidad catalogados por la UNESCO. El primero el Canal de Midí incluido en la lisa de la Unesco en 1996 y el segundo la Histórica ciudad fortificada de Carcasona desde 1997.
Nosotros llegamos por la tarde, procedentes de Montolieu, la Villa del libro, a unos 30 kilómetros de Carcassonne a la llamada Ville Basse (Parte baja) de la ciudad, que se denomina Bastide St. Louis. Lo primero que hicimos fue instalarnos en el Hotel Tres Coronas, con muy buenas vistas a la ciudadela medieval de Carcassonne, que desde luego vista desde lejos, parece totalmente sacada de un cuento de hadas.
La ubicación del hotel estaba cerca del Canal du Midi que pasa por Carcassonne, volviendo a ver al igual que en Toulouse, las compuertas, fosos, canales, puentes y barcos lo navegan. El Canal du Midi que pasa por la Bastide St. Louis serpentea lánguidamente a través de viñedos y campos protegidos del calor por los antiguos plátanos, antes de cruzar la ciudad.
El canal que vemos hoy y que atraviesa Carcassonne no es el original del siglo XVII, ya que aunque en el proyecto original fijaba el paso por aquí, los ediles de la ciudad de entonces se negaron a colaborar con la obra y el canal se desvió a dos kilómetros de la ciudad, Un error histórico y sobre todo económico.
Afortunadamente, después de problemas técnicos y un nuevo acuerdo con la ciudad, se realizó un nuevo trazado cuyas obras se iniciaron en 1787 para terminar en 1810, y por fin, pasara el Canal de Midi por el centro de Carcassonne.
Carcassonne tiene una larga historia que se remonta al siglo VI a.C. Se convirtió en una ciudad romana y luego fue gobernada por los sarracenos antes de que fueran expulsados por los franceses en el siglo X. La prosperidad de la ciudad comenzó cuando la familia Trencavell gobernó Carcassonne durante 130 años desde 1082.
En medio de lo que se conocía como país cátaro, después del movimiento herético que desafió a la iglesia católica, Roger de Trencavell ofreció refugio a los rebeldes. En 1208, cuando los cátaros fueron declarados herejes, Simon de Montfort dirigió la Cruzada y en 1209 capturó la ciudad, Roger de Trencavell fue excomulgado y Carcassonne pasó a ser propiedad del Rey de Francia.
Unos años más tarde la gente de Carcassonne intentó restablecer la dinastía de Trencavell, pero el rey francés Luis IX no tenía para nada esa intención y expulsó a los habitantes de la Cité. Con el tiempo, los ciudadanos construyeron una nueva ciudad: la Bastide St. Louis fuera de los muros principales y hasta el siglo XVII tuvo cierto período de apogeo. Mientras la ciudadela medieval comenzó con su declive quedando prácticamente en ruinas, hasta que fue rescatada por el arquitecto Viollet-le-Duc en 1844, que realizó una restauración no exenta de polémica, que duró más de 50 años, así que lo que se ve hoy es una restauración, aunque parece totalmente el corazón de una ciudad medieval.
Actualmente la Ville Basse (también conocida como Bastide Saint-Louis) se encuentra a orillas del río Aude y es el corazón vivo y motor económico de la moderna y nueva ciudad de Carcassonne. La ciudad creció en la Edad Media aunque la mayoría de los edificios que ahora ocupan este espacio datan de los siglos XVIII y XIX. Aquí nos quedamos a cenar y probamos el plato típico "Cassoulet" (no confundir con "cassolette") y la verdad es que es nos resultó muy agradable pasear por sus calles.
Al día siguiente, tomamos el trenecito turístico que lleva a la ciudadela desde la Ville Basse por 2€ y que deja en la misma puerta llamada de Narbona, flanqueada por dos torres gemelas con rastrillo y puente levadizo.
Una vez bajamos del tren, toda una colección de puentes levadizos, torres, calles empedradas con castillo e iglesia merecedores de figurar en lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde 1997 estaba frente a nosotros.
El recinto medieval es enorme y hasta puede parecer exagerado, abarca no menos de 53 torres, unidas por dos enormes paredes concéntricas, rodeadas por un foso y por pesadas barbacanas, pórticos y puentes de tiro. Un escenario perfecto para el rodaje de un sinfín de películas como Juana de Arco, Robin Hood, los Visitantes o los Pilares de la tierra entre otras.
Pero Carcassonne no es la experiencia turística en la que todo agrada como puede parecer desde la distancia. Algunos argumentan sobre si ha sido restaurado en exceso o incluso mal restaurado, porque está tan transformado con estética Disney que ha perdido gran parte de su esencia original, para dar cabida a espectáculos de torneos y peleas de guerreros que no tiene nada que ver con la historia del lugar y tiendas caras que venden baratijas cursi y turrones de aspecto poco fiable, así como restaurantes mediocres, que sirven ensaladas insípidas e imitaciones incomibles de "cassoulets".
Dimos un paseo entre las dos murallas, viendo la cantidad de tiendas de souvenirs y de carros de mulas para dar paseos a turistas que hay entre ellas y que nos pareció del todo exagerado, pero bueno, es lo que tiene visita un sitio tan turístico. Después decidimos entrar dentro del recinto fortificado. Cuando fuimos nosotros la entrada era gratuita, pero ahora es de pago. Se pueden consultar los precios y ampliar información en su página web: FORTALEZA DE CARCASSONNE
Recorrimos un laberinto de casas medievales, entre las que no faltan los cafés, restaurantes y tiendas de recuerdos, por supuesto atestados de turistas. El paseo era como el que se hace en un parque temático, donde se vuelve la vista más a las atracciones que al entorno.
Fuimos a subir a alguna de las almenaras para obtener vistas a los paisajes de alrededor. Nos sorprendió que hubiera una pared interior y también una pared exterior y es que los reyes de Francia en el siglo XIII ordenaron construir el exterior y a su vez, reconstruir el interior, obteniendo un recinto casi inexpugnable.
A continuación, nos dirigimos al corazón de la fortaleza donde se encontraban la Basilica de Saint Nazaire y el Chateau (castillo) Comtal.
La Iglesia fue catedral bendecida por el Papa Urbano II en su visita a la ciudad a finales del siglo XI. Dejo de serlo en 1801, y el título se transfiere a la iglesia de Saint-Michel ubicada en Bastide St. Louis. Una vez restaurada la ciudadela, en 1898 la iglesia recibe el título de Basílica de manos del papa León XIII.
La Iglesia de St-Nazaire, es una joya arquitectónica repleta de bellísimas vidrieras y en cuyo interior se encuentra la piedra del asedio, que ilustra sobre el acoso al que fue sometida la ciudad por la cruzada albigense.
Visitamos después la construcción defensiva del Chateau Comtal, originario del siglo XII, después de cruzar el puente y entrar a sus terrenos donde pudimos contemplar la belleza de su arquitectura con las antiguas torres redondas que son las mejor conservadas.
Una visita, que si no extraordinaria, nos proporcionó un nuevo recuerdo en nuestros corazones del pasado del país cátaro y de su significado en la historia de Francia. Volvimos después de la cena y tras un paseo por la ciudad de noche a la Ville Basse, en un recorrido a pie, ya que era cuesta abajo. Podéis leer toda la ruta de nuestro viaje en "Ruta en coche de 12 días por el País Cátaro: España, Andorra y Francia"