Nos levantamos pronto para aprovechar nuestro segundo y último día en Dubrovnik, ciudad Patrimonio de la Humanidad desde 1979. Fuimos al centro en coche y aparcamos sin problemas junto a la Puerta de Pile, pero en esta ocasión el coste del aparcamiento pasaba de los 5 kunas por hora del día anterior a los 30 kunas por hora por hacerlo junto a la entrada principal de la ciudad antigua. Decidimos por tanto, volver a aparcar donde lo hicimos el día anterior, a pesar de saber que tendríamos que volver a bajar y subir 132 escalones.
Visitamos primero el monasterio franciscano situado junto a la Iglesia de San Salvador y contiguo a la entrada a las murallas de Dubrovnik. Lo más destacable es una farmacia que sigue funcionando, fundada en 1317 por lo que es una de los más antiguas de Europa. En 1901 la farmacia se trasladó a un lugar más accesible cerca de la entrada.
Nos dirigimos a continuación al acceso a las murallas de Dubrovnik, sin duda, el mayor atractivo turístico de la ciudad. El gran icono y orgullo de Dubrovnik es un complejo e imponente sistema de defensa de casi dos kilómetros de perímetro en el que están incluidos 16 bastiones, cinco fortalezas y 120 cañones.
El acceso cuesta 70 kunas que al cambio son aproximadamente 9,50€ y se hace a través de unas escaleras empinadísimas de madera que nos costó bastante trabajo subir, no aptas desde luego para personas con dificultad en movilidad. Hay dos razones fundamentales para pasear por encima de estas murallas, por un lado, disfrutar de las vistas de los tejados anaranjados de la ciudad y del mar Adriático, y por otra admirar este tipo de construcciones que tanto han tenido que ver en el paso por la historia de la ciudad.
Aunque fueron empezadas durante el siglo VIII, las murallas que contemplamos hoy pertenecen a construcciones realizadas en el siglo XVI y reforzadas y modificadas en siglos posteriores. Fueron tan imponentes y tan bien diseñadas, por mar eran prácticamente inexpugnables, debido a su doble perímetro, que resistieron todo tipo de asedios hasta que en 1806, Napoleón si logró hacerse con la victoria.
Se construyeron fortalezas anexas a las murallas para reforzar el sistema defensivo. Un ejemplo es el Fuerte Revelin (foto de abajo) que no se halla conectado con las murallas, pero sí participa en el sistema defensivo. En la actualidad se encuentra en su interior el Museo Arqueológico.
La perspectiva de la ciudad es totalmente diferente de la que se tiene paseando entre sus calles, a ras de suelo. Es curioso, emocionante y bello descubrir los diferentes rincones que se ofrecen a la vista desde lo alto de las murallas. Imperdible visita si se llega a Dubrovnik.
El recorrido por la muralla puede ser agotador en los días de verano, ya que apenas hay donde protegerse del sol y no se vende agua. Lo más conveniente es hacerlo a primera hora de la mañana. El suelo es bastante irregular, por lo que hay que llevar calzado adecuado. Importante también, es llevar sombrero, gafas de sol y agua. Es interesante este paseo porque se aprecia todo lo que fue destruido en la última guerra y posteriormente reconstruido, la guía para ello es el color de los tejados. Los rojos son nuevos y los de color terracota los antiguos.
No llegamos a finalizar el recorrido y nos salimos en uno de los accesos al lado del puerto antiguo ya que queríamos coger uno de los barcos que pasean la costa de Dubrovnik y la isla de Lokrum, situada enfrente de la ciudad.
Preguntamos a unas chicas que vendían los tickets para el barco, el precio y los horarios. Decidimos comprarlos a 75 kunas por persona y como nos quedaban unos veinte minutos de espera, descansamos en un pequeño parque mientras veíamos las fotos que habíamos sacado de la muralla.
El paseo fue de lo más agradable y en el que vimos la silueta incomparable de la ciudad amurallada desde el mar. La duración de aproximadamente una hora nos relajó y nos sirvió también como descanso para seguir paseando por la ciudad los últimos rincones que nos faltaba por ver.
Una vez en tierra, buscamos un restaurante y nos decidimos por "Aquearios" que ya vimos desde lo alto de la muralla con un espléndido jardín. No nos confundimos, comimos realmente bien. Después un paseo por los aledaños a la Plaza Luza y a subir pausadamente las escaleras hasta el parking para ir en coche a contemplar Dubrovnik, desde las alturas.
Cogimos la carretera hacia Cilipi, en dirección hacia el aeropuerto ya que solo es posible parar el coche en el mirador en esa dirección, el día anterior vimos la ciudad desde la altura pero no había ningún lugar para parar ni posibilidad de dar la vuelta. No nos queríamos ir de Dubrovnik sin tener las fotos que salen en todas las revistas y guías de viaje. Aminoramos velocidad atentos a la indicación del mirador y pudimos parar tranquilamente. No nos habíamos confundido y Dubrovnik estaba a nuestros pies. El atardecer se estaba produciendo y la luz era magnífica para sacar instantáneas de la villa croata. Teníamos en nuestras cámaras fotografias de Dubrovnik desde cualquier ángulo.
Finalizada la sesión de fotos, dimos por concluida la visita a la antigua ciudad amurallada y nos dirigimos hacia nuestro hotel, aunque hicimos una breve parada en otro mirador, el del Puente Nuevo donde hay unas vistas espectaculares de la bahía y desde donde vimos atracar cruceros en el nuevo puerto de Dubrovnik.
En un supermecado próximo al hotel hicimos algunas compras para cenar y sobre las 20:00h llegamos a nuestra habitación. Aún quedaba algo de luz y desde la terraza de la habitación, pudimos obtener fotos como las que os mostramos y que hacen del atardecer de Dubrovnick uno de los más asombrosos que hemos vivido.
Casi atónitos por lo que habíamos contemplado, decidimos comer algo en la terraza. Después, preparamos las maletas y la documentación para el día siguiente y como había que madrugar porque la etapa sería larga, nos fuimos a la cama temprano. ¡ Nuestra primera etapa en el país croata nos había encantado!