Nuestro avión desde Madrid llegó a Trapani con más de una hora de retraso sobre las 22:00 h. Sabíamos de todas formas que llegaríamos de noche y por eso decidimos coger alojamiento en Marsala y no en Trapani pues tendríamos la oportunidad de visitar el último día de viaje antes de la salida del vuelo de vuelta.
En este caso, tuvimos que agradecer el haber adquirido un mapa de carreteras Michelin de la isla de Sicilia, ya que aún no habíamos adquirido un GPS para Europa. Gracias a ello pudimos llegar a nuestro destino fácilmente a pesar del horario y la escasa luz de la carretera. Marsala se encuentra a pocos kilómetros de Trapani y no llegó a veinte minutos el tiempo de desplazamiento. En pocos minutos y a pesar de la poca circulación de coches, empezamos a descubrir la forma de conducir en Sicilia.
Y llegamos al "estupendíiiiiisimo" hotel de Marsala, el Hotel Carmine, donde todo fueron facilidades, nos dejaron aparcar en la puerta, buen servicio, amabilidad, unas estancias magníficas y en la misma plaza del Ayuntamiento. Un antiguo convento restaurado con gusto, a la manera de nuestros Paradores. Recomendable hasta el punto de decir que no hay que buscar más si está disponible. Precioso, alucinante, bello, cualquier calificativo de buen establecimiento es válido para éste. Y aún no habíamos visto lo mejor.
Nos despertó el sol de la mañana, un día claro con una luz mediterránea espectacular que nos permitió ver el patio del hotel, una autentica gozada para tomar el desayuno al aire libre.
El desayuno es increíble, todo tipo de delicias sicilianas con unas tartas no aptas para diabéticos pero que alegran la mirada. Y en una sala decorada con mimo, con un gran centro de flores naturales y con una gran lámpara de araña de cristal.
Buen comienzo del día, recogimos nuestras maletas que dejamos en el coche e hicimos el check out. Antes de abandonar el hotel, no pudimos dejar de recorrer sus instalaciones y el esplendido patio, antes claustro renacentista del convento de monjas.
Su historia se remonta a más de dos mil quinientos años, cuando era una ciudad fenicia, pero Marsala es conocida como punto de origen de la reunificacion de Italia por Garibaldi que empezó aquí su gran cometido. Uno de sus monumentos la llamada Porta Garibaldi, era una de las entradas a la ciudad antigua, pero se la rebautizó por que por allí entraron Garibaldi y los Mil el 11 mayo de 1860.
Nos dirigimos al centro a visitar la gran "Chiesa Madre" como llaman aquí a su Catedral de majestuosa fachada barroca y la más grande de ese estilo en Sicilia, que se encuentra en la plaza central de la ciudad, "Piazza Logia", y está dedicada a Santo Tomás de Canterbury, ya que su construcción se remonta a la época normanda.
La fachada barroco manierista contiene numerosas esculturas de los siglos XV y XVI. La construcción de la Iglesia Madre en Marsala está ligado a la leyenda de que un buque que transportaba a Inglaterra columnas corintias, para construir una iglesia en honor de Santo Tomás de Canterbury, impulsado por vientos contrarios encalló en Marsala. Los ciudadanos pensaron que era un signo de la voluntad del cielo, y utilizaron las columnas para la construcción de un templo en honor del santo Inglés. El interior del edificio está construido en toba volcánica y resalta el icono de mármol que representa la Anunciación y escenas de la vida y pasión de Cristo.
Seguimos andando por el casco antiguo, por cierto denominado barrio español, ya que fue en época de Carlos V cuando se remodeló la ciudad, las calles están lleno de comercios de venta de productos típicos y al final de la calle principal, la calle 11 de Mayo (Garibaldi) se llega al puerto a través de la Porta Nova, donde las casas bajas, típicas de puerto marinero se nos hacen entrañables.
Habría más que ver, que seguro haremos en un futuro, pero llegaba la hora de partir si queríamos respetar el recorrido que teníamos programado. Una copa del excelente vino de Marsala y una visita a su Parque Natural de Salinas con sus molinos de viento, nos esperan para otra ocasión.