Pilar y Paco Viajeros
Qué ver y hacer en Metz (Francia). Lista Indicativa UNESCO.

Llegamos a Metz a las 13,45 h. en apenas 45 minutos de viaje desde Luxemburgo en un estupendo tren de alta velocidad, ya habíamos pasado el ecuador de nuestro viaje que hasta el momento estaba siendo muy fructífero, por no decir excepcional. Nos habían encantado Bonn y los Palacios de Augustusburg y Falkenlust, nos sorprendió Luxemburgo y nos asombramos con Trier. Metz fue capital de la región de la Lorena hasta 2015 y en la actualidad es capital del departamento del Mosela. Desde el año 2014 la ciudad de Metz está en La Lista indicativa del Patrimonio de la Humanidad como "Metz real e imperial, joya de poder, confrontaciones estilísticas e identidad urbana".
Pasamos a Francia y la bella ciudad de Metz nos iba a cautivar. Empezando por su estación de tren, construida entre 1902 y 1908, tiene una impresionante fachada de 300 metros siendo la más larga de Francia. Un verdadero monumento que tiene incluso visitas guiadas ya que muchos la consideran también como la más bella estación de trenes del país. Como detalle, una vidriera representando a Carlomagno es el elemento más fotografiado por los turistas.



Impresionante el bulevar junto a la estación lleno de edificios de época, perfectamente restaurados. Grata impresión de la ciudad hasta llegar a nuestro hotel situado en un precioso edificio histórico, el hotel Ibis Centre Gare, otro de la cadena Ibis a la cual apostamos durante este viaje y de la que no tenemos queja ninguna. Limpios, cómodos y con servicios como el café y chocolate caliente por las tardes de forma gratuita que se agradece.

Una vez hicimos el check in, nos dispusimos a recorrer la ciudad, no sin antes parar a comer en una creperie típicamente francesa. Antes de llegar, durante nuestro paseo observamos la gran cantidad de edificios neoclásicos y de estilo Art Nouveau que tenía la ciudad, o más bien Jugend Stil, ya que como ciudad fronteriza fue ocupada tanto por el imperio Prusiano como posteriormente por Alemania en las dos guerras mundiales.


La llegada del TGV (Alta velocidad francés) que pone a París tan solo a 1h 20mn le ha dado un empuje económico importante y de hecho como veremos en la segunda parte del relato de esta ciudad se ha convertido incluso en sucursal del Centro Pompidou de París.
Metz es una de las ciudades menos masificadas de Francia, donde se puede caminar sin agobios, además de ser la "más verde" con 27 m2 de zona verde por habitante.


Una vez que repusimos fuerzas con unos estupendos crepes, comentamos el recorrido a realizar para que al menos pudiéramos ver lo imprescindible de esta ciudad, sabiendo que se hacía de noche rápidamente teníamos que aprovechar al máximo el tiempo disponible. Nos decidimos por hacer la siguiente ruta.

Seguimos caminando por la calle comercial donde habíamos comido y en una de sus bocacalles nos topamos con la impresionante Catedral de San Esteban (Saint-Étienne), un santo muy venerado en Francia. Distinguimos un magnifico rosetón y un color especial que le otorgaba una luminosidad especial debido a la piedra arenisca que se encuentra en la zona, la llamada piedra amarilla de Jaumont. No obstante, la Catedral es conocida mundialmente por sus fabulosas vidrieras que tendríamos la ocasión de contemplar.

La Catedral fue construida entre los siglos XI al XVI. Posee un estilo gótico muy personal, tal es así que la nave principal se encuentra totalmente limpia, sin coros, ni capillas que la dividan. Al entrar se tiene la misma impresión que tendría un habitante de la ciudad en la Edad Media. Impresionante y sobrecogedora a la vez. Es una de la Iglesias góticas más altas de Francia y por ende del mundo con una bóveda interior de 42 metros de alto.


Y por fin descubrimos porque le pusieron a esta monumental Catedral el apodo de "la Linterna de Dios". Sus 6500 m2 de vidrieras coloridas y el magnífico rosetón le aportan una luminosidad característica que no deja indiferente a ningún visitante. A nosotros desde luego nos impresionó como pocas Catedrales lo han hecho. Hay murales acristalados de todos los siglos, desde el siglo XIII al siglo XX y artistas como Marc Chagall han contribuido al esplendor de esta Iglesia.
Su visita vale por sí sola el viaje a Metz. Es imprescindible para quien sienta inquietud por los grandes monumentos arquitectónicos góticos ya que es diferente tanto por dentro como por fuera. En un día soleado la luz que penetre en el Templo lo debe de hacer de manera espectacular.



Al salir, no nos quedó más remedio que recorrerla en su contorno para ver la disposición de las naves y las vidrieras en el exterior. Fabuloso, no hay palabras.

Acabada la visita, nos dirigimos a conocer el barrio prusiano, también llamado Imperial de la ciudad, ya que está nominado para formar parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2014. Y desde luego lo merece, si nos seguís acompañando en el relato veréis porqué.
Al más puro estilo neorománico prusiano del XIX se constituyó este barrio donde aún hoy subsisten las casas tradicionales, con su entramado de vigas de madera, callejas donde vivían pescadores, casas de mercaderes e industriales. No se construyó al azar si no para demostrar que nada tenía que ver este sector de la ciudad con el barrio francés gótico y medieval. Además, junto al rio Mosela, se construyó una Iglesia protestante bellísima en concordancia con el maravilloso paisaje que la circunda.



En los meandros y en las islas del rio se levantó la Universidad y remodelaron el Palacio de la Opera. También se instalaron puentes y exclusas en el cauce del Mosela. Lo más curioso es que el barrio a pesar de ser un conjunto único, uniforme y diferente al resto, armoniza con la idiosincrasia de la urbe y se adapta a ella.


La Catedral Protestante (también llamada Templo Nuevo) se construyó en honor al Kaiser Guillermo en la primera anexión alemana a principios del siglo XX. Es una mezcla ecléctica de estilo neogótico, neorománico y neorenacentista de gran belleza. Situada en una isla del rio Mosela, es uno de los lugares más fotografiados de la ciudad. Nosotros no íbamos a ser menos y aquí tenéis nuestras instantáneas.



Desde una orilla del Mosela a la otra para contemplar el Palacio del Teatro y la Opera. Un edificio del siglo XVIII neoclásico, remodelado varias veces, ya que se utilizó durante la Revolución como Palacio de Justicia y en su patio se instaló una guillotina.

El atardecer (a las 17h) daba paso a la noche y por tanto al encendido de los monumentos de la ciudad. La Catedral lucía esplendorosa. Daba gusto pasear por los márgenes del río y contemplar todo lo que se veía a nuestro paso.






Distinguimos una serie de chorros de luz que provenían del parque municipal y nos acercamos a "fisgonear". Preciosas figuras de cuentos infantiles con luz propia que hacían las delicias de las familias que se acercaban y a nosotros todo aquello nos arrancó una amplia sonrisa.
Habíamos pasado un gran día aunque de mucho "ajetreo" y las fuerzas nos empezaban a fallar. Nos vino bien descansar un poco en el parque con las figuras iluminadas. Cruzamos de orilla nuevamente y pasamos de nuevo por la Catedral. Allí, en la Plaza del Mercado estaba instalada una noria gigante llena de luz y colores con la que se podía observar de cerca las cubiertas de la Catedral y divisar desde arriba las iluminadas las calles de Metz.

Cómo no íbamos a darnos ese capricho, pues dicho y hecho, subimos a la noria y contemplamos unas vistas excepcionales.

De camino al hotel, paramos a tomar una cerveza en un pub situado bajo unos soportales singulares. Estábamos en la plaza Saint-Louis y la alineación de los soportales de las casas, sigue el trazado de la antigua muralla de la ciudad que sirvieron de cimentación para construirlas. En suma, una plaza llena de encanto. Comenzó a llover y decidimos volver al hotel, no pudimos ver iluminado el nuevo icono de la ciudad... Centre Pompidou , que visitaríamos al día siguiente. Una ciudad bella y singular que merece el título de Patrimonio de la Humanidad.

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(Enlaza directamente con Centro Pompidou de Metz)
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